'Maradoniano'
El fútbol y, también, las Copas han sido esta temporada del Sevilla. Las victorias y la Liga corresponden al Madrid, que convirtió la épica en un manual de supervivencia. Y los goles y, por extensión, los momentos de máximo culto al futbolista por encima del juego de equipo, llevan la firma de Leo Messi, que ayer cumplió 20 años en vigilia para disputar la Copa América con Argentina, una selección competitiva por excelencia y que, sin embargo, parece cautiva de la necesidad de dar con el sucesor natural de Maradona. Messi anda el mismo camino recorrido por jugadores como el recuperado Riquelme. Ocurre, no obstante, que el impacto del zurdo barcelonista en sus equipos no sólo guarda paralelismo con el de Diego, sino que sus tantos se inspiran en las mismas jugadas.
Inspirado en Maradona, el argentino protagonizó los mejores momentos del Barcelona
Futbolista capital la pasada temporada para explicar victorias tan luminosas del Barça como las alcanzadas en Stamford Bridge o Chamartín, sobre todo por su capacidad para estirar al equipo, Messi ha sido también desequilibrante por sus goles: 17; de ellos, 14 en 26 partidos de Liga, uno en la Champions y dos en la Copa del Rey. La pulga, como se le denomina en el argot azulgrana, propició a la larga la clasificación del Barça para la segunda fase de la Copa de Europa con un gol de última hora en Bremen; resultó determinante en el Camp Nou contra el Madrid, cuando alcanzó un hat trick con un tercer tanto en el tiempo añadido, y protagonizó finalmente dos acciones que ratificaron su semejanza futbolística a Maradona. En dos partidos distintos, uno de Copa y otro de Liga, Messi marcó dos goles que guardan un parecido asombroso con los dos que metió Diego la misma tarde en el Mundial de México 1986 contra Inglaterra.
Frente al Getafe, el azulgrana fue el diablo que descubrió Fabio Capello en el Trofeo Gamper y firmó un gol espectacular por el manejo del balón, la eliminación de los rivales y la definición ante la portería. Únicamente Bernd Schuster, el técnico del Getafe, no se rindió ante Messi y recriminó a sus jugadores que no le tiraran con una falta antes de llegar a la portería, como si se hubiera olvidado de sus tiempos de azulgrana, cuando clamaba contra Goikoetxea y a cada visita a San Mamés denunciaba que viajar a Bilbao era como ir a Corea. Y, al igual que Maradona, Messi se ayudó con la mano para meter un gol a Kameni en el derby barcelonés del Camp Nou en una infracción que el árbitro fue incapaz de descubrir y sancionar.
Lesionado por tres meses, los goles de Messi no sirvieron para evitar el empate del Espanyol en la Liga ni la eliminación copera ante el Getafe ni defender la corona europea. El argentino, sin embargo, ha sido tan fundamental para que el Barça mantuviera las expectativas de éxito que nadie discute su importancia en el equipo y la mayoría de los entrenadores le señalan como el jugador que les gustaría tener en su delantera. Messi ha conseguido un estatus que le pone a salvo de cualquier contencioso, incluso del litigio entre Eto'o y Ronaldinho, y le asegura además su alineación desde la banda derecha porque cuenta que se arranca más cómodo que desde la izquierda.
Ha aumentado la cuota de solistas azulgrana, futbolistas capaces de resolver un partido, en la misma proporción que ha disminuido el juego de equipo. La explosión de Messi coincidió con el encogimiento de Giuly, uno de los pocos atacantes que no quiere la pelota al pie, sino al espacio. Al igual que Ronaldinho y Eto'o, el argentino peca a veces de conducir en exceso el balón, de asociarse poco y de pretender sacar ventaja incluso de acciones reprobables. A diferencia de Ronaldinho, sin embargo, le distingue la misma determinación que tuvo Maradona, el juego de calle frente al de playa, una circunstancia decisiva para entender por qué le gusta Henry. No le ve como rival, sino como socio: "Thierry", advierte Messi, "es el jugador que quiere tener todo buen equipo".
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