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Entrevista:A. VERGARA | Presidente de la Asociación de Defensa de la Sanidad Pública

"En los barrios humildes hay peor atención sanitaria"

Tras siete años ininterrumpidos de trabajo, la Asociación Andaluza para la Defensa de la Sanidad Pública ha elaborado el primer Informe sobre Salud y Desigualdades Sociales y de Género en Andalucía. El presidente de este colectivo, Antonio Vergara (Cádiz, 56 años), médico de la Unidad de Infecciosos del Hospital de Puerto Real, reclama a la Junta una "apuesta decidida" para eliminar una ecuación nociva: a menor formación o nivel socio-económico, el andaluz tiene peor salud. Las desigualdades sociales provocan diferencias en la asistencia sanitaria que pueden ser "abismales" no sólo entre habitantes de distintas ciudades, sino entre vecinos de un barrio u otro.

Pregunta. ¿Cómo se explican las desigualdades?

"No se trabaja para acabar con las desigualdades en la salud de los andaluces"

Respuesta. Hay un sistema sanitario universal y gratuito que no llega a todo el mundo. Especialmente a sectores sociales que, por su marginación o ignorancia de las alarmas sanitarias, tienen peores niveles de salud. Aceptamos sin pestañear que un ciudadano marroquí tenga peor salud que un español por las diferencias socio-económicas entre ambos países. Lo chocante es que también haya diferencias de la misma magnitud entre barrios distintos de una misma ciudad. Son desigualdades innecesarias, evitables e injustas con las que queremos acabar.

P. ¿Hay más desigualdades en Andalucía que en el resto de España?

R. Sí. Los estudios dirigidos por Antonio Escolar, especialista en salud pública, lo demuestran. Las capitales presentan más índices de mortalidad que las provincias a las que pertenecen. En Granada, Almería y Córdoba viven sectores sociales que registran hasta un 40% de más mortalidad prematura que los habitantes de mayor nivel social.

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P. ¿Qué influye más?

R. Sobre todo, el nivel social: las condiciones laborales, la ocupación, el paro, la estabilidad laboral y los ingresos económicos.

P. Y esas desigualdades, ¿las provoca el sistema sanitario o el afectado?

R. Las culpas se reparten en ambas direcciones. Por ejemplo, un señor con bajo nivel social fuma tres paquetes diarios, está tosiendo, asfixiándose y echando el hígado por la boca y sigue fumando. No hay una alarma que le indique personalmente el daño que se está haciendo y, por tanto, no acude a los servicios sanitarios. Al mismo tiempo, esas posibilidades entre los barrios no deberían ser muy diferentes, pero lo son. En los barrios humildes hay peor atención sanitaria y sus vecinos tienen menos salud y esperanza de vida. La ratio de profesionales es menor, la masificación mayor y la utilización de los servicios no es la más adecuada. El vecino está peor informado y el sistema peor dotado.

P. ¿Dónde está la solución?

R. En políticas públicas de salud que luchen contra este drama social, laboral, personal y familiar. Uno de los enfoques fundamentales que tiene que afrontar la Dirección General de Salud Pública es evitar que haya barrios con menor dotación de infraestructuras o equipamientos sanitarios.

P. ¿Qué mensaje traslada el informe al Servicio Andaluz de Salud?

R. El concepto de salud no debe ser sólo asistencial cuando la enfermedad ya existe. Debe trabajarse en la prevención, en la salud laboral, y en el medio ambiente. Pretendemos que la sanidad pública estudie y erradique estas desigualdades. Si hay un barrio con peores indicadores, ese foco debe ser prioritario. Y no se está siendo actualmente. No se está trabajando para acabar con estas desigualdades en la salud de los andaluces. Es un asunto arrinconado por los políticos porque es muy duro comprobar que hay diferencias en la salud entre barrios sevillanos, o entre andaluces, similares a las que pueden existir entre España y Marruecos.

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