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Columna
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Imagina un mundo sin cielo

Un colega dice que el triunfo del Partido Popular en la Comunidad Valenciana se sustenta en los ecos y adhesiones inquebrantables que dejaron los miles de voluntarios que activaron la ciudad durante la visita del Papa. El triunfo de aquella organización y de la familia demócrata cristiana del PP dejó poso y parte de todo ello se trasladó el 27 de mayo a las urnas. Ventajas de jugar con el cielo a favor.

Pero esto refleja a la postre que los democristianos son los únicos que tienen mensaje ideológico para ganar elecciones y tener poder. Los demás desprecian las ideologías (Fukayama dixit), aunque utilicen como himno el "imagina un mundo sin cielo" de John Lennon. ¿Si no hay ilusiones que prometer a los votantes, cómo van a alcanzar el cielo? Solo nos ofrecen un infierno de hipotecas sin desgravación fiscal. Hasta el nuevo alcalde del PP en Paterna, Lorenzo Agustí, sabe que la derecha debe prometer el cielo, aún a costa de contradicciones tan brutales como quitar la tasa de basura y oponerse al by pass.

Y es que los partidos españoles se han acostumbrado a acudir a las elecciones vacíos de equipaje. Solo hay ambición de poder y disputa por el sillón. A estas alturas lo que separa a Rajoy de Zapatero es poco más que eso y la esencia de España. Y a Camps de Pla el ejercicio de la profecía para la mejor vida eterna, como dice Fernando Savater. El único activismo político que se vislumbra es el cristiano y con triunfos asegurados. No son mejores o peores, son más constantes en la oferta del cielo situado entre los motores de la Fórmula 1.

Los partidos políticos valencianos no tienen propósito ideológico: solo quieren poder. En el seno de Esquerra Unida coexisten posicionamientos ideológicos tan opuestos como los que hay entre Carles Mulet o Marina Albiol en Castellón (izquierda abertzale pura) y los de Glòria Marcos en Valencia. ¿Qué les une? La ambición del poder. Y del Bloc ni vale la pena recordar. Ya todo es historia del siglo XX...

En el PSOE puede haber un Ángel Luna, que gestionará el grupo parlamentario como una SA, junto con Juan María Calles, portavoz del partido en Castellón y de comunión casi diaria, al lado de Carmen Alborch, que igual todavía vive en pecado. ¿Qué les une? ¿Ideología? ¿Proyecto político? ¡Ja! Solo la recuperada canción del premiado Bob Dylan: "Llorando a las puertas del cielo" a ver si consiguen premio. ¿Pueden ganar las próximas elecciones generales tan vacíos de mensaje? Les viene justo compartir la derrota.

Las llamadas familias del PSOE no tienen discusiones estratégicas sobre la socialdemocracia de Anthony Giddens, ni siquiera sobre las causas que han hecho perder las elecciones a Ségolène Royal. Aquí el asunto está en quítate tu para ponerme yo. Por eso es absurdo centrar el debate en la dimisión de Pla. ¿Acaso tienen mejor mensaje socialista el alcalde de Alaquas, Jorge Alarte, o Jordi Sevilla que el propio Joan Ignasi? Al menos Pla sabe que erró el mensaje. Por eso en el debate de investidura hará lo mismo que Rajoy con Zapatero: vamos a ser buenos porque no se puede imaginar un mundo sin cielo en la tierra.

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En el PP están aprendiendo a marchas forzadas de Sarkozy, que cuanto más afirma su mensaje más gana. Y Francia, que es de izquierdas, vota a quien le dice las cosas claras y le manda un mensaje repleto de valores: "Si no haces bien la tortilla a la francesa no tienes papeles". Los cayucos dan la vuelta y se vuelven a casa. Por eso Zapatero ya no mira a Ségolène.

Los democratacristianos aprovecharon la visita del Papa y han arrasado donde han tenido ocasión. A buen seguro que la nueva alcaldesa de Torrent, María José Catalá, sabe mucho de esto. Y quien más Juan Cotino, que por eso un conseller de Agricultura se puso al frente de los voluntarios papales. Y por eso en la libreta azul de Camps el poder de esos voluntarios está presente a la hora de formar el nuevo Consell. Son triunfadores, irritan a la izquierda y están dispuestos a ganarse el cielo aunque no sepan rezar.

(*)www.jesusmontesinos.es

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