El fiscal pide dos años al conductor de un Porsche que iba por las calles de Valencia a 120
Ángel Fernández Landete chocó contra ocho coches la madrugada del 8 de junio de 2006. Conducía un Porsche 911 y sembró el pánico entre los vecinos. Eran incapaces de saber a que velocidad circulaba, en cualquier caso altísima. Ahora, una vez instruido el caso, el fiscal pide para él dos años de prisión y seis de prohibición para la conducción de cualquier vehículo a motor.
Según el relato del fiscal, Ángel Fernández conducía el Porsche 911 de su propiedad sin seguro, con sus facultades psicofísicas disminuidas debido a la ingesta de alcohol, con lo que no lo hacía con las debidas medidas de seguridad y precaución "para los demás usuarios así como para las dos personas que viajaban con él".
El acusado, dice el fiscal, circuló a 120 kilómetros hora desde la calle de Eugenia Viñes de Valencia, en dirección a Doctor Marcos Sopena llegando a realizar un trompo. A continuación, se dirigió hacia la plaza de la Armada Española "rebasando todos los semáforos que encontró a su paso y que se hallaban en rojo hasta llegar a la calle de Juan Verdeguer, donde a la altura del cruce con la calle de Ibiza hay un ligero cambio de rasante y en el que el vehículo, debido a la elevada velocidad que llevaba, perdió el contacto con la calzada y voló 37 metros". Sigue diciendo el fiscal que el coche, al tomar de nuevo contacto con el asfalto, realizó una maniobra evasiva, girando bruscamente el volante hacia la derecha, lo que provocó que perdiese totalmente el control y que tras derrapar más de 50 metros colisionara contra los coches que se hallaban debidamente estacionados en la parte derecha de la avenida de Baleares, a la altura del número 127.
La pericial de los daños ha cifrado en 3.784 euros los causados a un Seat Toledo; en 846 los producidos a un Ford Sierra; en 5.850 euros los daños a un Peugeot Combi; 7.215 euros a un Ford Focus; 936 euros a un Volkswagen Golf; 4.588 euros a un Renault Laguna; 1.703 euros a un Ford Courier; y 133 euros a un Seat Ibiza.
En el choque, también hubo daños en el mobiliario urbano: el contenedor de basuras y los elementos fijos metálicos que delimitan su ubicación.
Cuando la policía llegó al lugar, invitó al conductor a que se sometiera a la prueba de alcoholemia. Accedió voluntariamente. El resultado fue que su índice de alcohol en sangre oscilaba entre 0,48 y 0,50 miligramos. El acusado no quiso siquiera, una vez hechas las pruebas y vistos los índices, que se contrastaran con una prueba clínica. El fiscal explica en su escrito de acusación que el conductor presentaba "aliento alcohólico, ojos acuosos y enrojecidos, rostro sanguinolento y sudoroso, pupilas dilatadas, habla pastosa, respiración profunda, andar balanceante, girar balanceante y vacilante, y repeticiones al expresarse".
Los hechos constituyen para el ministerio público un delito de conducción temeraria y considera que no hay ninguna circunstancia que le exima de la responsabilidad criminal correspondiente: dos años de cárcel.
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