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Cine desde la miseria en el desierto chileno

El valenciano Sergio Candel presenta en la sección oficial de Cinema Jove 'Dos miradas'

Hace poco menos de un año, Sergio Candel (Manises, 1972) convenció a dos amigas actrices (Marta Larralde y Pilar Alonso), a un camarógrafo y a un técnico de sonido para marcharse durante tres semanas al desierto de Atacama, en Chile. Iban a rodar en vídeo una película que "no tenía guión, sólo una idea y el esquema de los personajes que actuaban", cuenta Candel con voz tímida, como pidiendo perdón por tal osadía.

Con esas perspectivas, el equipo, formado por cinco personas, se trasladó a la primavera austral para filmar Dos miradas, segundo trabajo del director valenciano afincado en Madrid, que entró ayer en competición en Cinema Jove. "La película se fue desarrollando día a día", explica su director, quien trabajó, sobre todo, "el mundo interior de los dos personajes" para crear una película prácticamente sin diálogos, con secuencias de un solo plano que pueden durar más 15 minutos y con sólo dos actrices.

Y todo a partir de una historia tan simple como la de dos amigas que, tras una noche de borrachera, acaban juntas en la cama y se plantean, desde puntos de vista contrapuestos, si entre ambas hay una verdadera relación amorosa. Algo así como la premiada En la cama, de Matías Bize, es decir, el eterno tema de qué ocurre después de un polvo inesperado, pero con dos mujeres como protagonistas.

Candel sólo tenía eso. Pero es su forma de trabajar. "Escribir un guión me cuesta mucho; prefiero rodar sobre la marcha, pues para mí es mucho más satisfactorio", dice con gesto de pereza. El resto fue surgiendo "gracias a la colaboración de todo el equipo", hasta el punto de que el final de la película, una larga pelea entre las dos protagonistas bajo la tenue luz de un maravilloso crepúsculo, "fue una decisión de ellas, yo las dejé hacer y fueron Marta y Pilar las que pensaron en esa conclusión". Quizá por ello, aunque en los títulos de crédito aparece su nombre como máximo responsable de la cinta, Candel reconoce que "se ha conseguido gracias al esfuerzo de todos, porque el cine es un trabajo en equipo y es muy bonito que todos hayamos luchado por la misma causa".

Tras 16 días de rodaje, Candel hubo de montar a partir de 18 horas de material útil. Lo hizo respetando su propia filosofía cinematográfica, la de contar la historia "con un tempo muy reposado, con planos largos y sin movimientos de cámara, como requería el espacio en el que rodamos". Ese tempo, sin embargo, la convierte para el espectador en una de esas cintas difíciles de ver, ya que los escasos 70 minutos de su metraje se pueden hacer interminables, por su mínima acción.

Dos miradas es un proyecto personal de este director singular, que se ha gastado 10.000 euros en llevar a cabo una aventura en la que creía y que define su forma de trabajar como "cine mísero", más que cine independiente. "Todavía me quedan cuatro años para terminar de pagar el préstamo que pedí al banco para hacerla", concluye con cara de resignación.

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