El 'número dos' del Gobierno pierde en su feudo de Burdeos
Juppé presentará hoy a Sarkozy la dimisión como 'superministro' de Medio Ambiente
Las legislativas han sido crueles con algunas grandes figuras de la política francesa. Alain Juppé, el actual número dos del Gobierno, superministro responsable de temas de medio ambiente y el hombre al que Jacques Chirac definía como "el mejor de todos nosotros", ha perdido su escaño en su circunscripción de Burdeos, ciudad de la que sigue siendo alcalde. Hoy presentará su dimisión como ministro.
En su día, Juppé tuvo que abandonar la vida política porque fue condenado por la justicia en un asunto relativo a las finanzas de la alcaldía de París. Todo el mundo supo que Juppé pagaba ante los tribunales a cambio de no denunciar a su patrón, a Chirac. Ahora es posible que los electores de Burdeos le hayan castigado por lo mismo, por haber preferido la fidelidad política a la verdad judicial. O quizás por el simple hecho de que todos sabían que era un diputado que iba a ceder su escaño a un suplente para poder seguir como ministro. Una modesta rival socialista, Michèle Delaunay, le ha derrotado.
Lo más grave es que el primer ministro, François Fillon, ha impuesto como norma que todos los ministros que se presentan ante los electores y no son elegidos están obligados a dimitir. El destino de Juppé queda así cortado. Y casi con toda seguridad, de manera definitiva.
Otro sacrificado es Jean-Pierre Chevènement, varias veces ministro con Mitterrand o en Gobiernos de Lionel Jospin, líder de la izquierda soberanista, que se verá obligado a abandonar la vida política y a renunciar a reconquistar la alcaldía de Belfort. El hasta hace menos de dos meses ministro de Cultura, Renaud Donnedieu de Vabres, también ha perdido su escaño. Su carrera, que había progresado bajo la protección de Bernadette Chirac, parece sufrir un parón que puede ser definitivo.
François Bayrou, el centrista que ha desafiado a la derecha, sí conserva su escaño. Y no estará solo aunque con muy pocos fieles, cuatro o cinco, con los que su Movimiento Demócrata iniciará una travesía del desierto de cinco años con la esperanza de sembrar varias buenas nuevas: la necesidad de una dosis de proporcionalidad en el sistema francés, de un partido bisagra que evite el bipartidismo y reactivar el debate sobre la UE desde una perspectiva europeísta.
Entre los socialistas, Dominique Strauss-Kahn estaba en peligro. Su reelección en su circunscripción del norte de París le permite seguir presentándose como una alternativa renovadora dentro del partido, ya sea junto a Ségolène Royal o en solitario, pero con toda seguridad contra el aún primer secretario François Hollande, reelegido sin problemas.
La guerra interna en el Partido Socialista quizás no se reabra hoy, pero parece inevitable, máxime después de oír anoche a Ségolène Royal insistiendo de nuevo en sus grandes temas: la "democracia participativa" y el "orden justo". Otro dirigente rescatado es Arnaud Montebourg, uno de los renovadores del Partido Socialista y portavoz de Royal.
Mientras, una personalidad de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), el juez Jean-Louis Bruguière, especializado en temas antiterroristas y hombre de confianza de Nicolas Sarkozy, no ha encontrado suficientes votos para entrar en la Asamblea. Bruguière infringía una norma que quiere que los jueces no tengan coloración política, que reclama que la justicia sea imparcial y que, en el caso de sentir la tentación parlamentaria, dejen pasar suficiente tiempo entre los dos cargos para que su conversión parezca más creíble y, sobre todo, no parezca que se aprovecha la influencia en el dominio judicial para trasladarla a otro dominio.
Aún hubo otra derrota dentro de la UMP. Se trata del debutante Arno Klarsfeld, un abogado amigo personal de Sarkozy y utilizado en su campaña para justificar las expulsiones de emigrantes en situación irregular. Klarsfeld tenía que abrir de nuevo París a la UMP, aportarle los votos necesarios para descabalgar en el futuro a Bertrand Delanöé, el actual alcalde socialista. La operación se ha saldado con un fiasco.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.