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Reportaje:

Un ciclista culpable de ser distinto

Mayo sufre falsas acusaciones porque su cuerpo produce más testosterona de lo normal

Carlos Arribas

Hubo un tiempo en que ser ciclista era un orgullo; en que un ciclista era el ídolo del pueblo, la persona más admirada; hubo también un tiempo en que ser diferente, tener peculiaridades muy propias, distintas a las de la mayoría, no estaba considerado un pecado. Un ciclista que marcaba la diferencia era entonces lo más de lo más. Un ciclista como Iban Mayo en los buenos tiempos, por ejemplo. No ahora. Hasta ayer, en que la Unión Ciclista Internacional (UCI) lo exculpó por completo, el vasco del Saunier Duval ha sufrido acusaciones, falsas, de dopaje en varios medios europeos. ¿Su culpa? Ser ciclista, ser diferente, en 2007, el año en que el ambiente del deporte de las dos ruedas es irrespirable.

Como la testosterona, el anabolizante más potente, lo produce también el cuerpo humano, las autoridades antidopaje establecieron un coeficiente de 1 a 1 con la epitestosterona: se considera que se ha dopado con testosterona sintética quien revela un coeficiente superior a 4 a 1. Pero, como una minoría de personas produce más testosterona de lo normal de forma natural, también se estableció que, una vez validado tras profundos estudios, se emitiría un carnet de testosterona a esos deportistas. Así, cuando en un control se dispararan las alarmas, el carnet le exculparía. Y en esa situación vive Mayo toda su carrera aunque nunca se hubiera hecho pública.

Pero el clima de sospechas, y ciertos casos en los que algunos deportistas con carnet de testosterona aprovechaban la circunstancia para añadir a su organismo testosterona de bote, ha hecho que los laboratorios extremen la vigilancia. Así, para determinar sin margen de error que la elevada testosterona detectada a Mayo en un control el pasado Giro, en el que el vizcaíno ganó una etapa, era de producción natural, el laboratorio de Roma envió al de Barcelona una muestra de orina para que le aplicara el IRMS -la misma técnica del carbono 14 que determinó, por ejemplo, los positivos de Floyd Landis y el atleta Justin Gatlin-, un procedimiento que permite distinguir entre testosterona natural y aplicada. El problema fue que este proceder le resultó sospechoso a algún medio de información que se había enterado y lo difundió.

Ayer, la UCI hizo público el resultado: negativo. No había testosterona artificial, exógena. Todo era natural. Mayo es inocente, pero su retrato, asociado al titular "positivo", ha dominado algunas informaciones estos días.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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