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El acusado del asesinato del celador admite el crimen e intenta exculpar a su mujer

Suárez afirma que no pudo "dejar de disparar" y señala como cómplice a su hermano

El juicio por el asesinato del celador Gaspar García hace un año y medio en Sevilla comenzó ayer con una confesión y una exculpación. El principal acusado, Ricardo Suárez, confesó que disparó al celador después de que éste atropellase levemente a su hija cuando se dirigía en su coche a su lugar de trabajo, el hospital Virgen del Rocío. Suárez reconoció que vació "un cargador" y que no podía "dejar de disparar". El acusado intentó exculpar a su esposa, María Luisa Cortes, quien está acusada de abrir la puerta del coche de Gaspar García para facilitar los disparos de su marido.

Suárez dijo que disparó por "miedo" a que le matasen los miembros de un clan que le habían amenazado de muerte. El principal acusado, por primera vez, exculpó a su mujer y señaló a su hermano como la persona que abrió la puerta del coche del celador. "Mi mujer no abrió la puerta. Fue mi hermano", dijo ayer.

Tras matar a García, Suárez huyó del lugar de los hechos y estuvo dos semanas en Portugal hasta que se entregó a la policía en la frontera de Ayamonte (Huelva) acompañado por su abogado. "Decidí volver cuando desde Oporto lo vi todo en la tele por el satélite y me enteré que había matado a un inocente", dijo.

La vista continuará hoy con la declaración, mediante de videoconferencia, de los cuatro testigos protegidos que presenciaron los hechos. Esta previsto que el juicio quede visto para sentencia entre el jueves y el viernes.

El fiscal pide 22 años de cárcel para Suárez como supuesto autor del asesinato de García y 14 años para su mujer como cómplice. El matrimonio y su familia se alojaban el 8 de enero de 2006 en un albergue de Sevilla. Hacia las 14.00 horas una de sus hijas cruzó la calle cuando Gaspar García, un celador del hospital Virgen del Rocío, se dirigía a su trabajo y arrolló a la pequeña. Sin mediar palabra, el padre sacó su pistola del bolsillo y vació dos cargadores sobre la víctima, que recibió cinco impactos en la cabeza. La madre, según sostiene la Fiscalía, abrió presuntamente la puerta del vehículo para que su marido pudiera efectuar los disparos una vez que se había roto el cristal de la puerta del piloto.

"No, no y no. Te lo juro. No me acerqué a la puerta del coche ni retiré cristales de la ventanilla. Al ver a mi niña tirada en el suelo sangrando me desmayé y desperté en la ambulancia", manifestó entre sollozos la acusada. "Fue mi hermano [Juan Manuel, que no está acusado]. Me empujó. Abrió la puerta. Se arrodilló. Le dio varios puñetazos en la boca a ese hombre y luego se fue hacia la niña que estaba echando sangre por la boca. Me gritó: 'Está muerta, Ricardo. Mátalo, mátalo", dijo Suárez ayer por primera vez a preguntas de su abogado.

La nueva versión del matrimonio nada tiene que ver con las manifestaciones de los dos agentes del Grupo de Homicidios de la Policía que investigaron los hechos. Ni tampoco con las manifestaciones policiales o judiciales de los sanitarios que acudieron al lugar de los hechos y que no vieron sangre de la niña atropellada, que resultó herida leve. Los agentes declararon ayer que los pinchazos telefónicos revelan que la mujer abrió la puerta del coche del celador.

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