El milagro de Kubica en Canadá
El polaco se estrella a unos 230 kilómetros por hora, pero, tras quedar inerte en su destrozado BMW y temerse lo peor, tan sólo sufre agulladuras
Robert Kubica, el primer piloto polaco en la historia de la fórmula 1, volvió a nacer en la horquilla del circuito Gilles Villeneuve. Su BMW, tras tocar ligeramente con el Toyota del italiano Jarno Trulli, salió despedido a unos 230 kilómetros por hora a la entrada de la décima curva y chocó en pleno vuelo contra un muro. Tras quedar desintegradas varias partes del bólido, el habitáculo, con Kubica dentro, cruzó la pista, dio varias vueltas de campana y quedó volcado de lado en la escapatoria. Kubica no se movía. Un halo dramático planeó sobre las gradas y un irresistible suspense se adueñó de cuantos presenciaron el brutal impacto.
Pocos minutos más tarde, uno de los atribulados miembros de la escudería BMW encendió la primera luz de esperanza al informar de que Kubica se movía. Y poco después, por fin, un portavoz de la Federación Internacional Automovilística (FIA), ofreció datos reconfortantes: "Su estado es estable. Está consciente y ha sido trasladado a un hospital de Montreal en helicóptero". En principio, se creyó que Kubica, de 22 años de edad, sufría una fractura en la pierna derecha. Luego se comprobó que no era así. Todo quedó reducido, pues, a las magulladuras derivadas del impacto y a los dolores consiguientes. "Hemos hablado. Me ha hablado casi con normalidad. Me parece que está bien. Tengo una buena impresión al respecto", indicó su representante. Sólo la extrema seguridad de la que dotan a los fórmula 1 los habitáculos de supervivencia puede explicar que Kubica no saliera malparado de un accidente tan terrible.
Desde 1950, 31 pilotos de fórmula 1 han perdido la vida, nueve durante entrenamientos oficiales y 24 durante grandes premios. Pero desde 1999 no ha fallecido ninguno. La muerte del tricampeón mundial Ayrton Senna, brasileño, durante el de San Marino en 1994, justamente un día después de que el austriaco Roland Ratzenberger falleciera durante los entrenamientos, abrió un profundo debate en torno a la seguridad. Presionada por la asociación de pilotos y rendida a la evidencia, la FIA adoptó una serie de medidas de seguridad que, beneficiadas por las nuevas tecnologías que se aplican tanto en el diseño y en la construcción de circuitos como en la de los bólidos, han demostrado una eficacia evidente.
Kubica, nacido en Cracovia, es un piloto formado en el kárting, como la mayoría de la nueva hornada que está llegando a la fórmula 1. Con la dificultad añadida, en su caso, de que en Polonia apenas se organizan carreras de coches. Pero él, ya desde niño, quedó prendado por los bólidos hasta el punto de que su padre le compró un mini-todoterreno de dos marchas. Fue el principio de su pasión por la competición.
Tras ganar seis veces el campeonato de kárting de su país, Kubica se convirtió en 1998 en el primer no italiano que inscribió su nombre en el historial del campeonato transalpino. "Mi padre lo ha pasado muy mal", cuenta; "después de tres carreras en Italia ya no tenía dinero. Sólo un contrato con un fabricante de chasis de karts me salvó". Un año después logró el mismo honor: ser el primer piloto extranjero en ganar el campeonato de fórmula 3 de Alemania. Después de brillar en la fórmula Renault y en el campeonato europeo de fórmula 3 en 2003 y 2004, de la mano de su mentor, Joan Villadelprat, pasó a las World Series by Renault, en las que definitivamente y gracias a sus magníficos resultados se catapultó a la fórmula 1.
Mario Thiessen, director del equipo BMW, se fijó en él en 2006. Lo fichó como piloto probador. Pero Jacques Villeneuve sufrió una salida de pista en el Gran Premio de Alemania y no pudo restablecerse para el de Hungría. Fue la oportunidad de Kubica. No la desperdició. Logró el séptimo puesto, aunque fue descalificado porque su BMW dio un peso por debajo del reglamentario: 600 kilos. Solo dos carreras después, en Italia, subió al podio, únicamente superado por Michael Schumacher y Kimi Raikkonen.
Ahora, después de 24 carreras en la fórmula 1, en las que ha logrado 18 puntos, será él quien ceda su puesto al probador de BMW en la carrera del próximo domingo, el Gran Premio de Estados Unidos. Se trata del alemán Sebastian Vettel, el mismo que ayer, mientras seguía la carrera, se echó las manos a la cabeza cuando vio el terrible accidentede su compañero. Por fortuna y sobre todo gracias a un habitáculo poco menos que inexpugnable, no pasó de un grandísimo susto.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.