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Análisis:A LA PARRILLA
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Insultos y risas

Juan Cruz

Hay tertulias televisadas en las que me entretengo en mirar a los que escuchan aun más que a los que hablan. En la última, sobre el fin (?) del alto el fuego de ETA, en Telemadrid, observé el epítome de esa costumbre, tan española, de gesticular ostentosamente mientras el otro da un argumento. El moderador no debe pasar eso por alto: en el cómputo de los minutos en que se usa la palabra debe contar también cómo se usa el gesto. Observé que al catedrático Pérez Royo le enervaba bastante el ruido que se le hizo alrededor, pero trató de salvarse del griterío. Le dijo a Rosa Díez, la eurodiputada socialista, que "por mucho que gritara" no iba a tener más razón, y le quiso decir al diputado del PP Gustavo de Arístegui algo que él mismo debió considerar insultante, porque se llevó la mano a la boca y dijo: "Prefiero no decirlo".

Mucha gente debería querer "no decirlo". No decir el insulto. Pero ahora un juez ha abierto la veda y ha resuelto que insultar está en el universo de las opiniones. En la resolución de una parte de una querella de ABC contra Jiménez Losantos, el magistrado autoriza que se pueda decir una retahíla que empieza así y es obra (infame) de ese comunicador: "Incompetente, traidor, repugnante, falso, calumniador, basura, fariseo, vil, zote, criminal...". Al juez no le parece mal.

Si un juez lo aprueba, ¿por qué no va a servir para la telebasura que hurga en la intimidad? A la intimidad de Adolfo Suárez no llegaron los de Antena 3 en su excelente reportaje sobre el primer jefe de Gobierno democrático que tuvo este país. Aparte de ser oportuno y respetuoso (con la historia, con el personaje), estuvo a la altura de lo que podría ser una buena serie sobre los presidentes que este país ha dado.

Me puse a ver en la noche del miércoles a Paz Padilla (El gong show, TVE). Ella salva el programa; su risa es fresca y compasiva. Pero El gong tiene un problema: la risa gruesa contra el fracaso de los que evidentemente no van a ganar, sino a hacer el ridículo.

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