Dudar o no dudar
Uceda Leal cortó una oreja de las de verdad y, sobre todo, se ganó el respeto de la Maestranza por no dudar ante dos toros deslucidos, con muy malas pulgas, sin fuerza y sin un ápice de nobleza. Pero ambos tenían delante un torero en sazón, hecho y derecho, experimentado y con clase, que ofreció dos lecciones bien distintas, pero ambas de maestro, sobre el arte de crecerse ante las dificultades y robarle pases largos y hondos a toros que no tenían fondo alguno.
Su primero era un inválido, mustio y lisiado, de los que merecen una muerte rápida, pero Uceda lo sobó y estudió con atención y, al final, dibujó un natural largo ligado con el de pecho y dos circulares con la derecha que si bien carecieron de emoción, derrocharon sabor torero. Pero se superó en el cuarto, de tan mal carácter como sus hermanos, ante que se mostró como un torero con recursos, con sentido del temple y dominio de los terrenos. Así, sin dudar en ningún momento, valiente y entregado siempre, consiguió tandas de naturales de muchísimo mérito que encontraron el reconocimiento unánime del público. Algunos derechazos salieron enganchados por los derrotes constantes del toro, pero toda su labor supo a contrastada experiencia, a torero de verdad que se fue tras la espada en sus dos toros, aunque en ambas ocasiones cayó baja.
Peñajara / Uceda, Vilches, García
Toros de Peñajara, el tercero como sobrero, bien presentados, muy blandos, descastados y deslucidos. Uceda Leal: ovación y una oreja. Luis Vilches: ovación y ovación. Iván García: ovación tras aviso y ovación tras aviso. Plaza de la Maestranza. 7 de junio. Corrida del Corpus. Media entrada.
Tampoco dudó Luis Vilches, que tanta clase atesora y tan necesitado está de una tarde gloriosa. Tres magníficas verónicas meciendo los brazos con extraordinaria elegancia, vistosas y templadísimas, saludaron a su primero; y ahí acabó todo. Era un toro inválido y manso, que desarrolló peligro con un molesto cabeceo y derrotes por doquier. A pesar de todo, se expuso a la voltereta que el toro ni la ocasión merecían. Se jugó el tipo sin cuento en el quinto, que tampoco ofreció opciones para el triunfo. A falta de embestidas largas y nobles, Vilches se metió entre los pitones con gran decisión y dejó sobre el albero algunas muestras de su categoría como muletero. No obstante, no pudo dar ese aldabonazo que relance una carrera cuajada de obstáculos y de pocos toros potables.
Y el joven Iván García, de irregular trayectoria a pesar de su desbordante ilusión, puso al público en pie en el tercio de banderillas en su primero. Siguiendo el estilo impuesto por El Fandi, se desplantó con el toro en el centro del ruedo tras un tercio poderoso y espectacular. Baja muchos enteros con capote y muleta, aunque lo intentó, muy entregado, en su primero, deslucido y bronco. No se arredró en el último, del mismo estilo que los demás, banderilleó con menos fortuna, y sorteó con eficacia las muchas dificultades que presentó.
Un dato para la curiosidad malsana: el tercer toro fue devuelto después de que se partiera los dos pitones en un encontronazo sin violencia contra un burladero. ¿Afeitado? ¿Arreglado en el campo? Cualquiera sabe... Un misterio.
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