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La discrepancia tranquila

Inés Sabanés asistió ayer a su último pleno municipal como portavoz de IU y prepara el desembarco en la Asamblea

Daniel Verdú

Inés Sabanés, de 53 años (Cu-bells, Lleida), se rompió el tendón de Aquiles en 1993. "Es la única vez que la he visto quieta", recuerda Ángel Soria, un amigo íntimo. Y cuando empezaba de nuevo a moverse y a recuperar su ritmo, ella, ex jugadora de balonmano del Atlético de Madrid y licenciada en Educación Física, se rompió el otro tendón. "Pero siguió tranquila, nunca se alteró". Y así suele responder a la adversidad. Una luchadora tenaz y perseverante, como la define el diputado de IU Fausto Fernández, que "ha estado en todas las batallas y follones donde se la requería, pero sin ser una alborotadora". Como cuando se encaró con la policía para defender los árboles de Virgen del Puerto.

"Ha estado en todas las batallas, pero sin ser una alborotadora", dice Fausto Fernández
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Es difícil que alguien hable mal de ella. Ni siquiera, ahora que la crisis interna de su partido va camino de quedar atrás, sus adversarios son capaces -o no quieren- de ir más allá de un "demasiado obsesiva" o "quizá un poco indecisa" para enarbolar una crítica. Los que la quieren dicen que a veces le da demasiadas vueltas a todo. Y eso, señalan, es bueno y malo. "Las reuniones que terminan tarde no son buenas reuniones", dice Fernández. Todos hablan de trabajo y tenacidad para perfilar al personaje.

Hace unos meses, las disputas internas de su partido estuvieron a punto de dejarla fuera de la política. "La crisis le afectó bastante. Durante la campaña electoral se notó, no es ningún secreto", revela Jorge García, diputado de IU en la Asamblea. "En los momentos más duros, nos afectó a todos. Pero ahora tenemos una relación prácticamente normalizada", matiza Ángel Pérez, próximo portavoz del grupo municipal en el Ayuntamiento y principal adversario de Sabanés en aquellas disputas. "Hemos hecho un esfuerzo para superarlo. En los momentos de máxima tensión, ella y yo nos reconocemos como una tabla de salvación", añade Pérez.

Los que conocieron a esta catalana, vecina de Vallecas y madre de tres hijos, en su etapa en el Ayuntamiento -una de las más felices de su vida, dice ella- la recuerdan como una política "dialogante" y "respetuosa" con todos. "Su mejor virtud es que cree en la política como un servicio a los ciudadanos. Como un elemento transformador de la sociedad", apunta la ex portavoz socialista, Trinidad Jiménez, con quien coincidió tres años y medio en el Consistorio.

"Teníamos una relación muy buena. Hubo buenos ratos y también muy malos", rememora la socialista. "El 11-M estuvimos en La ventana con Gemma Nierga y Manuel Cobo. Se emitía desde la calle Téllez, frente a los vagones todavía destrozados. Cuando terminó el programa, nos echamos los tres a llorar". Cuando Jiménez abandonó la dirección del grupo municipal y fue nombrada secretaria de Estado para Iberoamérica, Sabanés acudió al acto para mostrarle su apoyo. "Se lo agradecí mucho. Era un poco aburrido y estaba lleno de gente del PSOE. Pero ella no faltó", recuerda. "Luego, Cobo me regañó por no avisarle. Dijo que él también habría venido".

Y el vicealcalde Manuel Cobo la "sufrió" de cerca. "Es muy pesada. Lo discute todo", dice bromeando. "Pero es absolutamente respetuosa con los que discrepamos con ella. Así se ha ganado el respeto de los demás", apunta.

Le gusta viajar y pasar días en la playa. "Las que son largas y desiertas, como las del Palmar, en Cádiz, o el cabo de Gata, en Almería", recuerda un amigo. Tan largas y desiertas como la travesía que le ha ahorrado a IU en la Asamblea con sus últimos resultados.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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