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El acusado de matar a tres personas en un tiroteo declara que "jamás" vio un arma

El patriarca de 'los Pachanga' se enfrenta a 37 años por asesinar a tres 'Capito'

El patriarca del clan gitano los Pachanga, Juan G. J., en libertad con cargos, salió ayer de su escondrijo para ser enjuiciado en la Audiencia de Alicante acusado de matar a tiros a tres miembros de otro clan rival, los Capito, y disparar contra dos de los hijos de uno de los fallecidos, el 26 de abril de 2002 en un barrio marginal de la capital. Tras seis meses en prisión y pagar una fianza, permanece escondido. "No sé lo que es una pistola, jamás disparé a nadie", declaró ayer en medio de unas fuertes medidas de seguridad. Ahora, se enfrenta a 37 años y cuatro meses de cárcel.

Miembros de dos de los clanes gitanos más conocidos de Alicante, los Pachanga y los Capito, se reencontraron ayer en la Audiencia de Alicante, cinco años después de intervenir en una espectacular balacera por un ajuste de cuentas en la que fallecieron tres hermanos de los Capito y resultó herido un familiar de los Pachanga. En medio de una notable protección policial, se sentó en el banquillo de los acusados el patriarca de los Pachanga, Juan G. J, alias El Pachango. El ministerio público le acusa de matar a tiros a tres hermanos miembros del clan rival, el 26 de abril de 2002, y de disparar contra los dos hijos de uno de los fallecidos.

En la vista oral del caso, ante el tribunal de la sección tercera de la Audiencia de Alicante, el enjuiciado se declaró inocente. "Yo no disparé contra nadie, ni sé lo que es una pistola", dijo. El patriarca de los Pachanga narró que, el día de autos, estaba en el balcón de su casa cuando se presentaron dos vehículos ocupados por entre cuatro y seis personas "desconocidas". Tres de los ocupantes subieron y allanaron su vivienda. Le exigieron que saldara la deuda de 1.800 euros que el nieto de El Pachango había contraído con los Capito. Ante su negativa, le obligaron a bajar a la calle y, tras un puñetazo, recibió un disparo en la pierna. Después de la agresión, según dijo, no recuerda nada.

Sin embargo, su versión contrasta con el relato del ministerio público. A tenor del fiscal, fue Juan G. J., quien tras la bofetada, se metió en el portal de su casa y; allí, una persona sin identificar le proporcionó un revólver. Fue entonces cuando el incriminado inició la refriega con uno de los visitantes. Al caer muerto un miembro del clan capito a causa de los disparos del acusado, intervinieron los otros dos hermanos que también fallecieron. Ayer, el acusado señaló desconocer porqué se encontraron 15 proyectiles. Pero el testimonio de la mujer del imputado tampoco coincidió con el de su marido. Mientras éste decía que su pareja no se hallaba en la vivienda en el momento del suceso, ésta si lo aseguró aunque negó que fuera quien le facilitara el arma. El fiscal le imputa, además, un delito de tenencia ilegal de armas.

Protección para el procesado

Los años no han saciado la sed de venganza del clan de los Capito, a tenor de lo visto ayer antes, durante y después del procesamiento judicial al patriarca de los Pachanga, presunto homicida de tres Capito. Un lustro después del tiroteo entre los dos clanes rivales, las medidas de seguridad para proteger al supuesto agresor se reforzaron de forma sustancial en el interior de la sala (algo poco frecuente toda vez que el enjuiciado permanece en libertad con cargos) y en el exterior del edificio judicial con agentes uniformados y vestidos de paisanos.

Tras la vista oral, dos vehículos de la policía secreta, estacionados ante los dos accesos de la Audiencia de Alicante, esperaban la salida de Juan G. J. Uno de estos coches, escoltado por dos vehículos policiales, lo trasladaron al lugar donde, según el mismo relató al tribunal, permanece escondido ante posibles represalias de sus enemigos. Todo estaba minuciosamente previsto. De hecho, para impedir que familiares de los Capito se reencontraran en un mismo espacio con el acusado se recurrió al sistema de videoconferencia para minimizar cualquier riesgo de incidentes entre ambos clanes. Sin embargo, pese al despliegue sólo dos hermanas y uno de los cuñados de los Capito fallecidos se personaron ante la Audiencia de Alicante clamando justicia. El hombre fue detenido por portar una navaja.

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