La Bolsa china burbujea
Shanghai sube el 50% en 2007 pese a las advertencias de los expertos y las medidas del Gobierno para enfriar el mercado
El sueño del dinero fácil es lo más parecido a lo que ahora pasa con la Bolsa en China. Los universitarios están obsesionados con invertir sus ahorros en los mercados. Las clases medias venden sus coches y piden créditos para invertir. Y de momento no les va nada mal: el principal mercado, Shanghai, acumula una revalorización del 50% en 2007, y del 180% en los últimos 18 meses, en un fenomenal rally sin apenas altibajos. El Gobierno chino intenta enfriar el mercado -sin demasiado éxito, por ahora- ante el riesgo de burbuja del que advierten los expertos, encabezados por Alan Greenspan.
Los universitarios se lanzan a invertir, y algunos pequeños inversores han llegado a hipotecar sus viviendas para aprovechar las subidas
"Si les parezco a ustedes indebidamente claro, deben haber malinterpretado lo que he dicho", ironizaba un joven Alan Greenspan en 1987 ante los congresistas de Estados Unidos. El ya ex presidente de la Reserva Federal se jactaba entonces de haber aprendido "a murmurar con gran incoherencia", fiel a la jerga confusa de los banqueros centrales. Pero eso es cosa del pasado. Liberado de sus responsabilidades públicas -pero con su fama de oráculo intacta-, Greenspan se ha soltado el pelo. Vaticina una recesión en Estados Unidos para finales de año, además de una "drástica contracción" de la Bolsa en China. Sin frases retorcidas. Claro y directo. Nada de eso se ha producido todavía, pero Estados Unidos ha presentado esta semana los peores datos de crecimiento de los últimos cinco años. Y las autoridades chinas han lanzado una batería de medidas para enfriar la fenomenal revalorización de sus bolsas.
La idea de Greenspan es que la exuberancia bursátil de China es lo más parecido a una burbuja. Y a las voces de alarma del ex presidente de la Reserva Federal se han unido las de las autoridades chinas, los periódicos, los analistas y los bancos de inversión, por no mencionar las del empresario más rico de Hong Kong, Li Ka-shing. Pero una cosa es lo que dicen los expertos y otra lo que hacen los chinos, que abren 300.000 cuentas al mes para invertir en Bolsa.
Esas cuentas superaron los 100 millones en mayo pese a que se estima que el número de inversores en Bolsa es aún reducido: alrededor de 20 millones de personas en un país que supera los 1.300 millones de habitantes. El auge imparable del interés de las clases medias por la Bolsa se explica con sólo dos cifras: el mercado de Shanghai se ha revalorizado cerca del 50% en lo que va de año y más del 100% en Shenzen.
El sueño del dinero fácil ha llevado a las clases medias a vender coches, hipotecar sus casas e incluso a pedir créditos para seguir invirtiendo, según reconocen las autoridades chinas. El 10% de las empleadas de hogar ha dejado la limpieza por la Bolsa. Y ese furor ha alcanzado también a los estudiantes, hasta el punto de que el Ministerio de Educación ha tenido que lanzar una seria advertencia para que se mantengan alejados del parqué. "No es apropiado que los universitarios inviertan en acciones porque su tarea es sentar los cimientos de su carrera", aseguró la semana pasada Wang Xuming, portavoz del ministerio.
Wang afirma que los jóvenes no disponen de los medios para afrontar los riesgos y soportar las consecuencias en caso de pérdidas, especialmente porque la mayoría son mantenidos por sus padres. Pero muchos estudiantes, que manejan bastante dinero -son los hijos únicos de los nuevos ricos surgidos como consecuencia del meteórico desarrollo chino-, no parecen pensar lo mismo, deslumbrados por la fulgurante subida de los mercados.
China tiene un claro problema de liquidez. Lo tiene el Gobierno, con un exceso de reservas que le ha llevado a anunciar una inversión de 3.000 millones de dólares en un fondo de capital riesgo norteamericano. Y lo tienen también los ciudadanos de a pie, con altas tasas de ahorro y tipos de interés reales negativos en sus depósitos bancarios. Ese dinero empieza a fluir hacia la Bolsa, y el exceso de liquidez se deja notar en las cotizaciones. Por lo que el Gobierno chino no ha tenido más remedio que tomar cartas en el asunto.
El 27 de febrero, las autoridades del gigante asiático amenazaron con medidas drásticas para enfriar el mercado. La Bolsa cayó un 9,5%. El pasado miércoles, las amenazas se cumplieron y el Ejecutivo triplicó los impuestos que gravan la transmisión de acciones. Shanghai volvió a ceder, esta vez un 6,7%. Pero se trata de caídas puntuales. "Lo que las autoridades han hecho hasta ahora no ha tenido un impacto significativo. Lo que preocupa a los inversores es que el Gobierno ha dado una señal inequívoca de que podría ir más allá si el mercado no se calma", asegura John Ip, economista de Morley Fund Management. "Como las autoridades están empezando ahora a limitar las subidas futuras, también se está limitando el efecto negativo potencial sobre la economía china en caso de que la burbuja termine explotando", apostilla.
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