No se quieren
Una fuerte desconfianza y constantes fricciones rigen las tormentosas relaciones entre Aguirre y Ruiz-Gallardón
No se quieren y disimulan muy mal. Eso sí, en público, insisten una y otra vez en que su amistad se remonta 20 años atrás cuando entraron juntos a trabajar en el Ayuntamiento de Madrid y que se llevan "como hermanos". Pero lo cierto es que su relación no es fraternal. Durante los últimos cuatro años, ella presidiendo la Comunidad de Madrid y él rigiendo los destinos de la capital, ha habido sobradas pruebas de sus fricciones, aunque el diagnóstico de miembros de ambos bandos es contundente: "La guerra empieza ahora, y en clave nacional".
Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón, ambos del PP, se han tirado los trastos por la ley de capitalidad de Madrid -él quería pactar con Zapatero, ella no-; por la oficina de turismo -no hubo acuerdo y cada tiene la suya-; por la gestión del Metro y hasta por 120 tapas de alcantarillas de las calles de Madrid: Aguirre las pintó de azul en una campaña para el ahorro de agua y Ruiz-Gallardón amenazó con ir a los tribunales.
En estos desencuentros, el alcalde siempre opta por guardar silencio y mantener las formas. La presidenta, en cambio, es más parlanchina. Sus enfados aparecen incluso por escrito, como en el libro La presidenta, de la periodista Virginia Drake. "La primera faena fue cuando nos enteramos de que la noche anterior al 10 de junio de 2003 él ya sabía lo que iba a pasar y no nos lo dijo. Luego se levantó y se marchó cuando habló Tamayo", cuenta Aguirre al recordar la sesión de investidura en la que dos diputados socialistas traicionaron al aspirante a la presidencia, su compañero Rafael Simancas. El alcalde ha negado siempre tan grave acusación.
Aguirre tampoco le perdona a Gallardón que fuera presidente de la comunidad y alcalde a la vez hasta que se convocaron nuevas elecciones. "La ley prohíbe que el presidente de la Comunidad conviva con otro cargo, pero como él era Dios mandó hacer un informe ad hoc". Desde ese día, muchos colaboradores de Aguirre se refieren irónicamente a Gallardón como Dios.
La tensión se puso al rojo vivo cuando Gallardón convenció a su vicealcalde, Manuel Cobo, de que se presentara a la presidencia regional del PP, cargo al que aspiraba Aguirre. "Llegó a decirme que si yo era presidenta del partido, no se presentaba a las municipales de 2007", ha contado la presidenta en el libro.
Pero Gallardón se presentó y ganó. La noche electoral, en los cuarteles de ambos líderes, a la vez que se escrutaban los votos, se hacían cálculos para saber quién tenía más apoyos en Madrid, ella o él. Al final venció Gallardón por 5.000 votos, contabilizadas tanto las papeletas del domingo y las enviadas por los residentes ausentes. Pero ella, antes de saberse el resultado final, desplegó, sola en el balcón de Génova, la pancarta de "gracias" y se hizo la primera foto de la victoria. Cuando los colaboradores del alcalde le advirtieron de lo que sucedía, hubo otra foto, estaba vez de los dos con Rajoy y Acebes. Al día siguiente, Gallardón se proponía para acompañar a Rajoy en las generales. "No sé de qué se sorprenden", advirtió Aguirre, "él nunca ha ocultado sus deseos". "Ella tampoco", respondieron en el bando del alcalde.
El último enfrentamiento llegó el viernes, cuando el alcalde bautizó como consejeros a los concejales de su equipo de gobierno y desde el otro bando le respondieron que los consejeros "son sólo los miembros del Gobierno de la Comunidad". Otro ejemplo de su fraternal relación.
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