Por un cuerpo

Nada mejor para empezar una serie como ésta que un gran partido. Uno de esos encuentros que te reconcilian con el baloncesto, pues hubo enorme tensión desde el inicio, buen juego, tiempo para que los mejores jugadores hiciesen acto de presencia y una resolución agónica. Lo tuvo en su mano el Joventut, pero guardó para el final lo peor de su repertorio. Tres últimos minutos mal jugados terminaron con una jugada desgraciada en la que ni Bennet ni Rudy Fernández pudieron ni siquiera lanzar un último tiro ganador. Tampoco al Madrid le sobraron las luces en el terreno de definición, pero en estos playoffs juega con un ángel de la guarda llamado Hervelle. Otro tapón impresionante seguido de un triple resultaron determinantes para que el Joventut sume un capítulo más en sus diez años de sequía en Madrid.

Si para cualquier equipo que se precie el contar con un estilo definido resulta una necesidad, las señas de identidad del equipo de Aíto están marcadas a fuego: una defensa asfixiante; rápidas transiciones y en el juego de ataque; y uso y a veces abuso del triple, donde cuentan con un buen número de especialistas. Con estas premisas y aprovechando los problemas que tuvo el Madrid en alimentar a Bullock, los catalanes dieron primero (5-14, minuto 4). La táctica de los tres bajos no arrojaba buenos resultados al Madrid, por lo que la presencia de Mumbrú se volvió necesaria. Su entrada cambió el rumbo del encuentro. Mumbrú es alto para ser alero, por lo que hace mucho daño cuando busca posiciones cercanas al aro. Además, goza de una mano privilegiada, por lo que la combinación de ambas cualidades resulta difícilmente atajable. Desde dentro y desde lejos lideró la remontada madridista pese a Rudy Fernández, una vez más pletórico.

Los blancos también aportaron una novedad. Apareció Bullock con cinco minutos de su mejor versión, que ya es decir. Pero cometió la cuarta falta con un mundo por jugar y el hechizo se rompió. Entre una cosa y otra, el partido llegó a su último acto sin decidir (65-64, seis minutos por jugar). Ambos equipos se desmadejaron un poco, presos de la angustia de una situación límite. Todos menos Hervelle, al que al paso que va le terminarán haciendo un monumento. La primera victoria del Madrid fue por un cuerpo. El del belga.