Dos texturas
Estreno doble. En Antena 3, El internado, y en TVE-1, Como el perro y el gato. Si no fuera por la coincidencia horaria no tendría sentido la comparación porque son dos productos con ambiciones y texturas muy distintas. Otra, supongo que casual, confluencia fue que el personaje protagonista de Como el perro... desaconsejara a una chica ir a un internado cursi y le recomendara los ambientes de una vulgar academia.
El primer día de El internado consistió en presentar a los personajes y enunciar algunas vías argumentales. Es una serie realmente poblada con actores sólidos y ya conocidos y una cantera, principalmente entre el alumnado, entre los que destacó la actriz Carlota García, de seis años. Interpreta a una niña huérfana y corre a su cargo, junto al personaje de su hermano, el registro ternurista. Es de esperar que la habilidad demostrada por la actriz en estos primeros pasos no convierta la serie en una serie con niña.
Está Amparo Baró dibujando una gobernanta con mucho corazón. Está Luis Merlo, el director de la institución, que dio una buena lección de pedagogía humanista, aunque difícil de entender, que pueda sostenerse en aquella cárcel de oro.
El relato está formalmente cuidado, se ha rodado en alta definición, con planos estudiados, etcétera. El reto está en el progreso argumental. El primer día desconcertó un tanto empezar viendo una serie de acción (fuga de un psiquiátrico), dirigirse a los enredos y dramas familiares y terminar viendo una serie de misterio con algún ligero apunte gore. ¿Mezcla de géneros? ¿Tanteo inaugural?
Lo que se vio en Televisión Española era cómo regresar a Cine de barrio. El porcentaje de ocupación de pantalla de su protagonista, el galán Arturo Fernández, debe acercarse al cien por cien, cuando no lo supera en las escenas donde se desdobla en dos personajes. Muy para fans del actor y de un añejo aroma.
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