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Entrevista:FATMIR SEJDIU | Presidente de Kosovo

"La independencia es cuestión de semanas, no de meses"

Ramón Lobo

A la derecha del despacho del presidente de Kosovo, Fatmir Sejdiu, de 55 años, están alineadas seis banderas, cuatro de ellas extranjeras. Pertenecen a Estados Unidos, Naciones Unidas, la Unión Europea y la OTAN, los pilares sobre los que se asientan las esperanzas de casi dos millones de albanokosovares. Las mesitas de café, situadas en el centro de la sala, están ocupadas por una veintena de tazas de las que acaban de beber los miembros de una extensa delegación extranjera. Son días de visitas, audiencias y asesoramientos. Representantes de los países más influyentes de la UE aterrizan en Pristina y le aconsejan que evite una declaración unilateral de independencia de la provincia serbia de mayoría albanesa, administrada por la ONU desde 1999. Esta decisión podría provocar una violenta reacción de la minoría serbokosovar (en torno al 5% de la población).

"Hay que poner fin a este periodo de transición para favorecer la seguridad"
"Éste es el último acto de la desmembración de la antigua Yugoslavia"

Sejdiu, antiguo profesor en la Facultad de Derecho, considerado un moderado dentro de la Liga Democrática de Kosovo -el partido del difunto Ibrahim Rugova, y a quien sucedió en febrero de 2006 con el consenso de todos-, promete mesura: "Queremos la independencia lo antes posible dentro de lo propuesto por el plan

[del ex presidente finlandés y mediador de la comunidad internacional, Martti] Ahtisaari y de acuerdo con la UE y Estados Unidos".

¿Será en junio, otoño o el 28 de noviembre, fiesta de la bandera albanesa, como sugieren algunos? "Es cuestión de semanas más que de meses" responde, e indica que finales de noviembre, pese a su simbolismo nacional, resulta una fecha demasiado lejana. No cree que los continuos retrasos en la aprobación de la independencia de Kosovo (ya se hablaba el año pasado de diciembre como fecha límite) provoquen disturbios, como los de marzo de 2004, o algún tipo de protesta callejera. "Los albaneses tenemos paciencia. Llevamos esperando mucho tiempo. Sabemos que habrá un acuerdo muy pronto. Pero también sé que es conveniente poner fin cuanto antes a este periodo de transición para favorecer la estabilidad y la seguridad".

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El presidente kosovar rechaza el discurso alarmista del Gobierno de Belgrado, que Kosovo es un peligroso precedente para Europa, que alentará separatismos y nacionalismos. "Así hablan los que se oponen. Nuestra independencia, como dice el plan Ahtisaari, es la consecuencia de un caso único. Aquí se produjeron masivas violaciones de los derechos humanos, más de la mitad de la población fue expulsada de su territorio por la fuerza. No somos un precedente para nadie. Éste es el último acto de la desmembración de la antigua Yugoslavia".

Sejdiu sostiene que existen fuerzas que tratan de secuestrar el proceso. Cuando se trata de aclarar si se refiere a Rusia, esquiva la respuesta. Preguntado si cree que la amenaza rusa de utilizar el derecho de veto en el Consejo de Seguridad forma parte de una partida de ajedrez con Washington, replica con una evasiva: "No puedo juzgar sus motivos, pero sí decir que está en el interés de Rusia que Kosovo sea estable. La independencia traerá seguridad a toda la región, incluida Serbia".

Sejdiu está convencido de que se va a alcanzar un "acuerdo razonable" (que incluirá a Moscú) en el seno del Consejo de Seguridad, donde se negocia desde hace semanas un borrador presentado por Estados Unidos y la Unión Europea. Éste recoge el plan Ahtisaari, cuya conclusión principal es que la independencia tutelada es una única solución ante la imposibilidad de que se alcance un compromiso entre albaneses y serbios de Kosovo. "Está en el interés de todos una resolución pactada", dice. Pese a esa voluntad, y al optimismo que destila, Sejdiu rechaza la posibilidad de retirar del texto final, como demanda Rusia (y Belgrado), la palabra independencia. "Aceptamos el plan Ahtisaari y en él está escrita la palabra independencia".

El presidente rechaza que el territorio -aún nominalmente provincia serbia bajo administración de la ONU- se haya convertido en un paraíso para las mafias ("es otro argumento de los que se oponen a nuestra soberanía") y defiende que el índice de criminalidad es menor que en Belgrado. "Es cierto que tenemos una tasa muy elevada de desempleo [podría superar el 50%] y graves problemas sociales. Nuestra economía quedó devastada por la guerra y aún no nos hemos recuperado".

Los cafés están poblados de gentes que hablan del mañana, de los festejos que habrá y de los miles de albaneses de la diáspora que vendrán. Las dificultades están, de momento, bajo una pátina de ilusión eléctrica. El presidente no cree en el riesgo de la gran desilusión del día después. "La gente sabe muy bien que la independencia no es una palabra mágica que va a resolver todo de la noche a la mañana".

Sejdiu está convencido de que Kosovo será una comunidad multiétnica en paz. Rechaza cualquier secesión del norte del país, donde los serbokosovares son mayoría, y sugiere que la actitud del Gobierno de Belgrado es irresponsable por no preparar a los suyos para lo que va a suceder. Cree que las tensiones interétnicas se irán reduciendo y que en unos años todos los países de la antigua Yugoslavia, incluida Serbia, formarán parte de la UE. Rechaza la etiqueta de país musulmán, otra rémora, asegura, del lenguaje de los que se oponen a la emancipación. "Primero somos albaneses, después musulmanes, pero en Kosovo bebemos rakjia [un aguardiente casero] y nos gusta bailar. Somos europeos y nuestro lugar está en Occidente".

Fatmir Sejdiu, en Pristina, en noviembre de 2005.
Fatmir Sejdiu, en Pristina, en noviembre de 2005.ULY MARTÍN

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