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Entrevista:Lang Lang | MÚSICA

"Cuando toco el piano me siento inmensamente feliz"

Empezó a tocar el piano a los dos años y medio tras ver a Tom y Jerry tocando la explosiva Rapsodia húngara número 2 de Franz Liszt en un episodio de su célebre serie de dibujos animados. Con sólo cinco años, arrasó como niño prodigio en más de treinta concursos en China, Japón y Alemania. Tras concluir sus estudios en el Conservatorio de Pekín, Lang Lang (Shenyang, 1982) amplió su formación en Estados Unidos, donde reside desde 1997. Saltó a la fama dos años después al sustituir in extremis a André Watts en el Festival de Ravinia y en 2003 se consagró como estrella mediática con un recital en el Carnegie Hall que el sello Deutsche Grammophon grabó en directo como arranque de su carrera discográfica. Desde entonces, el ascenso internacional del joven pianista chino es imparable. Este lunes vuelve a Barcelona para actuar en el Palau de la Música Catalana como solista del Concierto número 17, K. 453 de Mozart, en una gira con la Orquesta Sinfónica de Londres y el director británico Daniel Harding que incluye hasta el próximo jueves actuaciones en Castellón y Madrid. En la gira europea alternará la obra mozartiana con conciertos de Chopin y Ravel. Y tiene una cita el próximo 8 de julio en el Festival Internacional de Música y Danza de Granada, donde tocará el Concierto número 1 de Brahms con la Staatskapelle Berlín y Daniel Barenboim. Sus nuevas actuaciones en España coinciden con el lanzamiento de su primera incursión discográfica en el repertorio concertante de Ludwig van Beethoven, una grabación de los Conciertos para piano números 1 y 4 con la Orquesta de París dirigida por el también pianista y director Christoph Eschenbach. "Beethoven es siempre un reto para un pianista, pero afronto la tremenda responsabilidad con ilusión y optimismo porque he podido profundizar en su estilo con la ayuda de maestros tan experimentados como Barenboim y Eschenbach", afirma Lang Lang.

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Pianista brillante, de apabullante potencia técnica, toca un Beethoven de desbordante vitalidad y energía, en absoluta complicidad con el director de orquesta. "Es un Beethoven que suena con la ligereza de la juventud, con la elegante e inequívoca huella de Haydn y Mozart que late en estos dos conciertos". Así los define esta joven estrella del piano que cumplirá 25 años en junio y, curiosamente, ya no se siente joven estrella. "A los 17 años me sentía una joven estrella del piano, pero ya no lo soy. Ahora tengo una larga experiencia en los escenarios y lo difícil es equilibrar las exigencias de una carrera artística con mi vida personal. No es fácil pero lo intento", dice sin perder la sonrisa.

Viajar sin cesar, encadenando recitales, es la parte de su oficio que menos le gusta. La presión, en cambio, no le causa ningún agobio. "Reconozco que los viajes cansan mucho, puedes llegar a odiarlos, es la parte que menos me gusta de mi profesión, pero cuando piso el escenario olvido todas las pegas. Me siento inmensamente feliz cuando toco el piano, así ha sido desde el principio. La fama supone añadir presión a una carrera ya de por sí tremendamente competitiva, pero a mí no me afecta lo más mínimo porque estoy acostumbrado a vivir bajo presión. La presión existe cuando tienes cierto nivel, y está bien que así sea, porque el público exige más".

Asegura que busca el equilibrio cuando estudia y habla con reverencia de los pianistas que más le gustan. "No se puede imitar a los grandes, ni pretendo ser una copia de nadie. Me fascinan artistas del pasado como Vladimir Horowitz, Arthur Rubinstein y Arturo Benedetti-Michelangeli, y de los actuales, Martha Argerich me parece maravillosa. Intento inspirarme en ellos, pero buscando mi propio camino".

De carácter afable, dice no

tener problemas con los directores de orquesta, entre otras razones porque no intenta imponer sus ideas. "No creo que un pianista pueda imponer siempre sus criterios. Cuando trabajas con un gran director, la versión que ofreces ha de ser fruto del respeto mutuo, si no no vale la pena hacer música. Si estás seguro de ti mismo y razonas la elección de un determinado tempi o de un detalle especial en el fraseo, puedes convencer al director para que te siga".

Aunque cada vez son más los pianistas que intentan hacer también carrera como directores de orquesta, pocos consiguen brillar a la misma altura en ambos terrenos. Barenboim es en este sentido un referente incuestionable y Lang Lang se deshace en elogios: fue uno de los jóvenes talentos, junto al español Javier Perianes, que participó en las clases magistrales que impartió en Berlín y que el sello Emi acaba de lanzar como complemento a su nueva y fabulosa integral en DVD de las sonatas de Beethoven. También habla maravillas de Eschenbach.

Empeñado en tender puentes entre la música clásica y la rica y milenaria tradición musical de su país. Suele incluir obras de compositores chinos en sus recitales -le encantan las transcripciones de temas populares- y siente una especial admiración por Tan Dun, con quien ha colaborado en la banda sonora de la película The Banquet, dirigida por Feng Xiaogang. "La música es en ambos casos muy bella y comunicativa. Además, puedes llegar a otros públicos al margen del circuito clásico".

El músico chino Lang Lang.
El músico chino Lang Lang.MARCEL.LÍ SÁENZ

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