Andrés Neuman trata de reavivar en 'Los sonetos del extraño' la intensidad de una estrofa clásica
La versatilidad de Andrés Neuman vuelve a quedar de manifiesto en Los sonetos del extraño, publicado por la editorial Cuadernos del Vigía. Tras haber experimentado con géneros como el aforismo o el haiku, Neuman presenta una colección de sonetos que considera como la consecuencia del "fruto de tentaciones esporádicas" a las que no tuvo "el gusto" de resistirse.
Pese a no haberse considerado nunca como un poeta de estrofas tradicionales, el escritor argentino afincado en Granada procura evitar los prejuicios estéticos a la vez que relee a los poetas clásicos, lo que ha propiciado que le asalte "el deseo de componer un soneto". Esos impulsos fueron sucediéndose a lo largo de los últimos 10 años, y han terminado por recopilarse en el libro.
En opinión de Neuman, el soneto sigue teniendo vigencia hoy en día siempre y cuando "el poeta sea capaz de hablar con su voz actual, de convertir un molde premeditado en un poema propio cuya forma parezca natural y necesaria". No obstante, el soneto plantea una serie de dificultades adicionales, entre las que destaca que durante su creación "siempre se está al borde del riesgo de recrearse en su propia forma".
Escritos entre el dolor y el amor, entre la muerte y la alegría, los nuevos poemas de Neuman van del duelo a la celebración. En la segunda sección, el poeta también se atreve con media docena de homenajes literarios a Vallejo, Garcilaso, Fonollosa y Javier Egea, a quien retrata y recuerda en uno de los sonetos. Por último, la tercera sección reflexiona sobre el soneto mismo.
"El índice del libro está organizado como un guiño, porque su estructura tiene forma de soneto. Primero ocho poemas, después seis, y por último una salida que sería como el estrambote", explica. Para quienes consideran que el soneto es algo anticuado, Neuman reserva una argumentación más que precisa. "No le haríamos ningún favor al soneto poniéndonos a imitar a Quevedo o a Rubén Darío. Una estrofa tan clásica y cerrada quizás agradece más los contrapesos, los tonos frescos. Eso tenía en mente al escribirlos", asegura.
Neuman repasa la vigencia del soneto durante el siglo XX. "Desde el final del modernismo, el soneto es algo dificilísimo de cantar sin alambiques o ripios. La prueba está en que Lorca, un genio, no logró la misma originalidad ni el mismo nivel en sus sonetos. Neruda para mí lo consiguió sólo a veces. Quizás Rafael Alberti, por su concepto lúdico de la escritura, tuviese más fortuna en ese sentido, e incluso algunos de sus sonetos me atraen más que otros poemas suyos. Miguel Hernández sí que logró a mi gusto escribir sonetos tan grandiosos como el resto de sus poemas. Borges y Vallejo, también", concluye Neuman.
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