Una profunda tristeza
La tarde acabó envuelta en una profunda tristeza. Primero, por los toros y, después, por los toreros: uno, de vuelta de todo; el otro, con las banderillas como único estandarte, y el tercero, todo voluntad, pero sólo voluntad. Al final, quedó la sensación de un engaño caricaturesco protagonizado por toros que no son toros y toreros a los que no adornan las cualidades que provocan la emoción.
Córdoba es plaza de primera categoría, lo cual no es óbice para que la autoridad apruebe una corrida sin la adecuada presentación que, además, dio un mal juego: descastada, muy blanda, de andares cansinos y comportamiento desesperadamente soso, a excepción del noble tercero.
¿Y los toreros? Rivera y El Fandi merecen una seria reflexión. Rivera no es ni sombra de lo que fue. Parece de vuelta de todo, abúlico, vulgar, anodino y ventajista. No es fácil torear peor que ayer lo hizo en sus dos toros. Naufragó con estrépito ante el triste buey que salió en primer lugar, y se ahogó en el cuarto, que acudió a la muleta de un torero que nunca se entregó, ni se embraguetó, ni se la jugó. Mal sin paliativos este Rivera Ordóñez que parece haber perdido el norte que un día le permitió sorprender por su valor y seguridad.
Domecq / Rivera, Fandi, Cortés.
Toros de Juan Pedro Domecq. Mal presentados, nobles, flojos y descastados. Rivera Ordóñez: Silencio y silencio. David Fandila El Fandi: Ovación y oreja. Salvador Cortés: Oreja y silencio tras aviso. Plaza de Toros de Córdoba. 24 de mayo. Corrida de Feria. Algo menos de media entrada.
¿Qué sería de El Fandi sin las banderillas? Es verdad que convierte el tercio en un espectáculo divertido, con la muleta es de una vulgaridad insufrible. Utilizó en su primero el capote de forma acelerada, y dio cientos de pases sin que ninguno mereciera la pena. El único que lo entendió fue el director de la banda de música, que aguantó lo inaguantable pero se negó en rotundo a amenizar una labor sin consistencia. Mejoró en el quinto, al que lanceó con gusto a la verónica, colocó banderillas con más precisión y se acopló a la embestida con ajuste y entrega. A pesar de ello, el presidente sólo le concedió acertadamente una oreja.
Y Salvador Cortés es todo voluntad por hacer las cosas bien. Pero le falta calidad. Sólo lució con temple en algunos pasajes de la faena al tercero, el mejor del encierro; sin embargo, no mejoró el torero en el sexto, con el que se mostró acelerado, movido y muy destemplado.
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