40.000 kilómetros de viaje al centro
El presidente del PP debuta en campaña con un mensaje social y seis mítines diarios
Después de su primer mitin en 2003, su más estrecha colaboradora le dijo a Alberto Núñez Feijóo que las campañas no eran lo suyo. Cuatro años más tarde, el presidente del Partido Popular de Galicia pide el voto en seis actos diarios. No aparece en la cartelería electoral, pero se ha convertido en el principal reclamo de un partido que se resiste a entregar el poder en los 212 ayuntamientos donde gobierna.
El eterno gestor -Correos, Insalud, Consellería de Política Territorial, Vicepresidencia de la Xunta- se sacude así la imagen de tecnócrata a fuerza de programa y de muchos kilómetros. Desde marzo junto a su chófer y al detector de radares ha recorrido más de 40.000 kilómetros por las cuatro provincias galelgas. "Para que luego digan que no contribuimos a los peajes", ironiza.
Ha suprimido la gran romería del monte do Gozo y los platos de comida en los actos
Seis periódicos, un dossier y cinco carpetas -una por mitin- reposan sobre el asiento trasero del Peugeot 605 que espera a Feijóo en el centro de Vigo. Con puntualidad relativa el líder del PP, se presenta en los estudios de la Cadena SER y durante 45 minutos reparte ante el micrófono idénticas dosis de críticas y propuestas mientras traza garabatos en un papel. De vuelta al coche retoma las cartulinas con la estrategia del día, curiosea los periódicos y atiende vagamente a la radio.
A media mañana la berlina del PP aparca en una urbanización donde la candidata en Vigo, Corina Porro, recibe a su líder con el ceño fruncido. Toca presentar el programa de vivienda y el presidente ha llegado unos minutos tarde. Feijóo recita de memoria su manual de campaña y no tiene inconveniente en repetir la propuesta para un cámara de televisión que había llegado tarde al directo.
Vuelta al asiento de atrás. Llama el responsable del partido en A Coruña, Juan Juncal y le propone almorzar con José María Aznar en Ferrol. Feijóo agradece la invitación, pero se desplaza a Muros a una comida mitin con un candidato primerizo a la que acuden 60 personas. En los pequeños ayuntamientos de la costa aprovecha para cargar contra la "doble moral" del Gobierno bipartito y su ley de protección del litoral. En el interior se acuerda de los "dos gobiernos", de los "incumplimientos del PSOE en materia de paridad" y pide el voto a los defraudados de izquierdas. Y en todos recuenta las infraestructuras de la Xunta que él mismo se encargó de proyectar. Durante la última semana no ha dudado en reconocer "algunos errores" del Gobierno del PP en el que él participó y, pese a las recomendaciones de su joven equipo de asesores, en algunos actos públicos llegó a mentar la catástrofe del Prestige.
Seis de la tarde. Mensaje de condolencia a Josep Piqué, lider del PP en Cataluña por la muerte de su padre, llamada a Ourense para despachar con José Luis Baltar, el presidente de la Diputación, un par de temas menores y más cartulinas actualizadas con mensajes de campaña.
"Concibo dos tipos de mítines, los que son una fiesta para confirmar la ideología de los presentes, y otros en los que lanzo mensajes con más intencionalidad política, creo que los buenos son los segundos porque la gente escucha más y aplaude menos", reconoce Feijóo camino de Narón.
En el improvisado salón de actos de una pequeña asociación al que apenas acuden unos 80 vecinos, el líder improvisa otro discurso -va por el cuarto del día- sobre la renovación de su candidatura, frente al incombustible alcalde Juan Gato.
En su primera campaña, Feijóo ha combinado el contacto con la gente y la parafernalia mediática, ha suprimido la macroromería del monte do Gozo, los platos de comida en los actos y adoptado un discurso de centro que sólo han roto artistas invitados, como Luis Herrero, Jaime Mayor Oreja o Adolfo Suárez (hijo). Si se trata de una pose de campaña o de un propósito de enmienda en su incipiente proyecto político al frende del partido es algo que sólo sabremos en los próximos meses.
De momento, el pasado viernes a última hora reiteró en Ferrol su oferta social ante Aznar, antes de que éste se subiera al púlpito para lanzar mensajes agoreros sobre la rendición del Estado y la ruptura de España.
Sentado a la misma mesa, entre langostinos y ternera, Feijóo escuchó la obsesiva pasión por el culto al cuerpo del ex presidente del Gobierno y tomó aplicadamente notas de algunos de sus consejos. Pero no es seguro que los vaya a incorporar a su equipaje de campaña.
De vuelta a Santiago, el presidente popular encendió el flexo, revisó una por una las iniciativas parlamentarias de su grupo y contestó correos electrónicos de lo más diverso. Sobre el reposabrazos, bajo los periódicos ya arrugados, habían aparecido diez nuevas carpetas con los mítines del fin de semana. Dentro, los titulares de Feijóo para la recta final de la campaña.
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