José María García-Argüelles, el amigo de la montaña
Doctor en Ciencias Químicas, era el más veterano senderista de Asturias
Chema Argüelles, como se le conocía fuera de la familia para la que siempre fue José María, era, antes que sus títulos, dos cosas: una buena persona y un montañero. Raramente se enfadaba, era amigo de todo el mundo, amable y campechano... era, sobre todo, montañero.
Aficionado al fútbol, fue árbitro pero desde 1942 en que fundó el club de montaña Peña Villa, su amor era la montaña. En estos casi setenta años recorrió los montes de toda España, se conocía paso a paso toda la cordillera Cantábrica y sabía la historia de todos los rincones de los montes de Asturias, León y Cantabria.
Y cuando su trayectoria laboral declinó con la jubilación -siguió preparando análisis para quien los necesitase- profundizó en sus colaboraciones en la radio y la prensa asturiana para contar los secretos de la montaña.
Comentarista de Radio Asturias de la cadena SER y Radio Nacional de España en Oviedo, escribió artículos en el diario Región y fue durante años el cronista de montaña de La Nueva España, periódico en el que informó sobre rutas y montañismo hasta pasados los 90 años.
Trabajó en la Sociedad Metalúrgica Duro Felguera hasta que ésta se integró en Uninsa, que a su vez pasó a formar parte de Ensidesa; en esta empresa fue el máximo responsable de la Unidad de Depuración del Medio Ambiente.
Participó de forma muy activa en la campaña de los años cuarenta para la erradicación de la tuberculosis desde el Centro Secundario de La Felguera de Langreo. También fue profesor de la Escuela de Aprendices de Duro Felguera y en diversos centros de educación secundaria.
Chema Argüelles ha sido una institución entre el montañismo asturiano y, entre otras distinciones, recibió la medalla de plata de la Federación Española de Montañismo y el Urogallo del Centro Asturiano por su defensa de la naturaleza.
A Chema Argüelles le adelantaban las bicicletas cuando circulaba en coche por las carreteras de Asturias. No podía correr, porque él necesitaba contemplar el monte y la naturaleza. Falleció en un centro hospitalario que lleva precisamente el nombre de Monte Naranco. Te echaremos de menos. Descansa en paz.
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