Poca final para tanto Wembley
El Chelsea salva el año al ganar la Copa inglesa con un gol de Drogba ante un desdibujado United
La final de la FA Cup disputada ayer por el Chelsea y el Manchester United pasará a la historia por ser la primera que se jugó en el nuevo estadio de Wembley, una maravilla arquitectónica con una insuperable visibilidad desde cada una de las 90.000 localidades. El impacto que causó el campo superó la calidad del partido, muy emocionante, puesto que requirió de una prórroga, aunque futbolísticamente fue más bien discreto. Al final, y como ya es costumbre, decidió Drogba, un futbolista tan exuberante como acertado durante la temporada, después de una jugada de Lampard.
Los blues levantaron la cuarta FA Cup de su historia y la primera para gloria de José Mourinho, después de un año en que se le escapó la Premier League a manos precisamente del Manchester y de caer en la Liga de Campeones contra el Liverpool. "Nos merecemos el título", subrayó el técnico portugués. "Es más que la FA Cup de Inglaterra, es la Copa en el nuevo Wembley; es la Copa contra el Manchester, es un broche a nuestra trayectoria", acabó Mourinho, que suma seis títulos desde que llegó a Stamford Bridge el verano del 2004 -dos Ligas, dos Copas de la Liga, una Community Shield y esta FA Cup-. "Somos el equipo dominante de Inglaterra". Mourinho recordó precisamente que tiene contrato hasta 2010 y que "el club también quiere que me quede. No hay caso. Adoro el fútbol de este país".
CHELSEA 1 - MANCHESTER 0
Chelsea:: Cech; Paulo Ferreira, Essien, Terry, Bridge; Makelele, Obi Mikel; Wright-Phillips (Kalou, m. 93), Lampard, Joe Cole (Roben, m. 46; Ashle Cole, m. 108); y Drogba. No utilizados: Cudicini y Diarra.
Manchester United: Van der Sar; Brown, Vidic, Ferdinand, Heinze; Carrick (O'Shea, m.112), Fletcher (Smith, m.92), Scholes; Giggs (Solskjaer m.112), Cristiano Ronaldo y Rooney. No utilizados: Kuszczack (p) y Evra.
Gol: 1-0. M. 116. Drogba combina con Lampard y supera a Van der Sar en su salida.
Árbitro: Steve Bennet. Amonestó a Scholes, Smith, Makelele, Kalou, Ferreira y A. Cole.
Nuevo Estadio de Wembley, declarado inaugurado por el Príncipe Guillermo. 89.826 espectadores.
Mourinho mantuvo su espectacular racha frente al United -sólo ha perdido un partido de los nueve que le han enfrentado a Ferguson- y rompió la nefasta trayectoria que perseguía a los blues en la Cup cuando se enfrentan a los diablos rojos: de 10 partidos sólo le habían ganado uno, en 1950, en cuartos de final en Stamford Bridge.
El de ayer fue un duelo tenso pero poco vertical, sin llegada; de balón dividido en el centro del campo y con muy poco remate. Apareció mucho más Scholes que Lampard, así que aparentemente el control del juego fue para el Manchester durante buena parte del encuentro. Sostenido en el centro del campo por el trabajo incansable de Carrick y Fletcher, el Manchester ahogaba el juego combinativo de Lampard, mientras Mikel se negaba y Joe Cole apenas daba pie con bola. Tampoco Cristiano Ronaldo entraba demasiado en juego pese al esfuerzo de Rooney y Giggs, conscientes de la trascendencia de la Cup, un torneo emblemático.
El tono del encuentro fue aumentando con el paso de los minutos y el cansancio propició errores de bulto. Nadie atinó, sin embargo, en el remate a portería. Hasta que apareció Drogba, con el partido enfilando los lanzamientos de penalti, para darle el triunfo al Chelsea e impedir el doblete del Manchester.
Lo mejor de la final fue sin duda acabar con el destierro en Cardiff y volver a casa, al nuevo y magnífico estadio de Wembley. La final conservó toda la simbología que ha convertido este partido en algo especial y diferente a los otros, más por el color de la grada y la noble pelea que se desató sobre el césped en los minutos finales del partido que por el nivel de juego mostrado por ambos equipos.
Y, sobre todo, porque al fin, Wembley ha vuelto, bellísimo y enorme.
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