"Ha sido un final cruel"

De abrazo en abrazo, Valverde encaró a Luis García, que falló el primer penalti y trataba de ser consolado por un compungido De la Peña. Valverde abrazó al delantero: "¡Vamos, Luis, vamos, no pasa nada¡". Pero pasaba que el Espanyol había perdido anoche su segunda final de la UEFA. Las dos las vivió Valverde en el banquillo: la primera como futbolista suplente y la de ayer como un entrenador que no se podía quitar de la cabeza la imagen de los penaltis: "Sabemos que son una lotería, que ellos tienen un gran portero y... pero es muy duro. Es nuestro sino, así son las cosas para el Espanyol", lamentó el técnico mordiéndose el labio para no derrumbarse él también.

El Sevilla acababa de levantar la Copa y la paseaba por el césped, un trofeo que el presidente Del Nido ofreció al príncipe Felipe: "No la cogeré este año por respeto al Espanyol", le contestó el heredero de la Corona. Ningún blanquiazul se hubiera fijado en ello. Tenían los ojos llorosos, la mirada perdida en el verde y húmedo césped del estadio escocés donde se dejaron sus sueños en una tanda de penaltis demasiado dolorosa tras tanto esfuerzo. Y una idea dando vueltas en la cabeza del técnico y en la de los jugadores: "Nos vamos sin nada y no hemos perdido ningún partido en toda la UEFA", recordó Valverde. No miente: 11 encuentros ganados, 4 empatados y ninguno perdido, y sólo subcampeones.

A juicio del entrenador, hubo un punto determinante en la final "La expulsión de Moisés nos ha hecho mucho daño", describió. "Hasta ese momento, llevábamos bien el partido, controlado. No estuvimos tan lejos ganar".

"Me siento orgulloso de ser el presidente de este club por sus jugadores, por los técnicos y por la afición. Y punto", sentenció Daniel Sánchez-Llibre, que fue contundente al ponerle adjetivos a la noche: "Cruel, ha sido una noche cruel para nosotros. El fútbol es traidor y hoy nos ha matado otra vez por la espalda, con una expulsión que, sinceramente, es para que el árbitro se lo haga mirar", aseguró el presidente.

"Estoy muy orgulloso de llevar el escudo del Espanyol en el pecho", dijo Luis García, que lloraba cuando abandonó el vestuario camino del autocar. No pudo decir más, roto de pena. "Hicimos un sacrificio bárbaro, pero la suerte no estuvo de nuestro lado. Nos vamos con las manos vacías pero con el orgullo muy alto. Este equipo tuvo y tiene muchos huevos", dijo expresivo Zabaleta. Tamudo lo definió a su manera: "Hemos dado la cara en todo momento. Con uno menos empatamos. Ha sido una lástima, pero no hay que darle más vueltas, hay que olvidarlo", dijo el capitán, que consideró "exagerada" la expulsión de Hurtado.

Jonatas, que empató al final de la prórroga, lamentó que no sirviera de nada: "No somos campeones. Luchamos con uno menos. Ha sido cruel pero hay que tener tranquilidad", dijo el brasileño que falló su lanzamiento en la tanda de penaltis. "A veces ganas, a veces pierdes. Hoy nos tocó llorar", dijo Iraizoz, que reconoció que el vestuario " está tocado pero no hundido". Antes de subirse al autocar, le quiso dar las gracias a la afición: "Se han gastado mucho dinero por estar a nuestro lado".

"Estábamos siendo superiores al Sevilla y en una jugada muy rigurosa nos hemos quedado con diez", afirmó De la Peña, que reconoció que cuando le quitó Valverde "me había vaciado". "El fútbol es así de cruel", coincidió Lo Pelat, consciente de que el Espanyol perdió por penaltis la final de la UEFA en 1988. "El final de hoy, sin embargo, no tiene nada que ver con el de Leverkusen", opinó Jarque. "No es comparable ni pensamos en ello en ningún momento".