Pañolada en el Camp Nou

Algún día tenía que pasar. Messi empató ante el Madrid en el minuto 90; el Mallorca perdió por un gol en propia puerta en el 89; Valdés salvó un tanto de Juan Rodríguez, del Depor, cuando el partido agonizaba, y Kappo, del Levante, pudo empatar en última instancia. Ésta ha sido últimamente la vida del Barça y ayer el cuento se acabó.

En pleno ataque de angustia, en el minuto 88, Eto'o hizo una falta a Edu. El Betis fue pillo: Assunção sacó con rapidez y Sobis vio el hueco. Cinco jugadores estaban de espaldas a la pelota y Valdés no pudo hacer nada: al fin y al cabo, dos minutos antes había salvado un gol al despejar un tiro a bocajarro de Isidoro.

No sirvió de nada el rapapolvo de Laporta tras la humillación en Getafe. Ni tampoco el mensaje que Rijkaard lanzó avisando de que el club ya trabaja para construir otro equipo campeón.

Elevado a los cielos tras ganar dos Ligas y la Champions, el Barça se ha desplomado en un tiempo récord. Pensaba en el doblete y en tres días quizá ha dejado escapar dos títulos. Fue un partido lleno de símbolos: con Ronaldinho, el intocable, sustituido a media hora del final; con Messi, también relevado, y con Eto'o, desesperado y recibiendo una tarjeta amarilla a dos minutos del final que desencadenó el gol del empate. Y a aguardar que Saviola, el único acogido con cariño, lograra un milagro.

"Vergonya" ("vergüenza). Una enorme pancarta con letras mayúsculas pintadas de azul y grana, había aparecido antes del partido en el fondo sur. Desapareció durante los 90 minutos, pero volvió a ser colgada cuando el equipo ya estaba en la caseta lamentando que ya no dependa de sí mismo para ganar la Liga. Al fin y al cabo, ése era el mensaje, reiterado hasta la saciedad por el vestuario pese a que el crédito pendiera de un hilo.