La CNMV: de aquí hacia adelante
Llueven piedras sobre la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), el organismo regulador que vela por el buen funcionamiento de las Bolsas. La erosión de su imagen pública -y quizá de su funcionamiento- a raíz de la dimisión de su anterior presidente, Manuel Conthe, suscita la inquietud, dado el crecimiento de las operaciones y volúmenes negociados todos los días en los mercados, el número de entidades supervisadas y, sobre todo, la creciente participación de inversores no profesionales bien de manera directa, bien por medio de fórmulas de inversión colectiva.
Además de los ruidos y acusaciones de interferencias del poder político en la independencia de la CNMV, la semana pasada se produjo otro hecho fundamental que afectará a su práctica: la mayoría de diputados acordó que el nombramiento del presidente y vicepresidente de la CNMV sea competencia del Parlamento y no del Ejecutivo. Con ello se paliará un poco el carácter de organismos ademocráticos, en palabras del economista francés Jean Paul Fitoussi, que tienen bastantes de los organismos reguladores cuyos estatutos los han puesto al amparo de las decisiones políticas directas de quienes mandan.
Que se investigue si las denuncias e insinuaciones hechas por Conthe en el Parlamento o ante la prensa son ciertas. Pero la CNMV debe seguir funcionando, para tranquilidad de unos inversores inquietos
Es una lástima que estos acontecimientos (la dimisión de Conthe, sus acusaciones e insinuaciones, la reacción de los partidos políticos, etcétera) no hayan dado la centralidad que les corresponde a las palabras del nuevo responsable de la CNMV, Julio Segura, en el acto de su toma de posesión. De esas palabras se desprende el futuro de una institución básica en el funcionamiento de la economía de nuestro tiempo, que precisa enfriarse para trabajar en la normalidad.
Segura, un servidor público leal con las responsabilidades que se le han encomendado (las últimas, como consejero del Banco de España y de la CNMV), entiende que una parte fundamental de la eficacia de las instituciones supervisoras depende de su prestigio -"que se gana poco a poco y se pierde con facilidad"-, y que éste es función de la competencia de sus técnicos y órganos de gobierno, y no de su ideología. La competencia como antídoto de la dependencia. Recuerda que las actuaciones de la CNMV deben ser previsibles por los supervisados y responder a criterios conocidos, justificados y duraderos, y que han de ser neutrales y simétricas.
Y plantea un desarrollo polémico sobre la transparencia: la CNMV debe velar por que sea pública toda la información necesaria para que los inversores tomen de modo adecuado sus decisiones, según su perfil de riesgo, y que las interpretaciones y criterios seguidos deben estar justificados de modo público. "Pero no creo que la información proporcionada deba entrar en conflicto con la supervisión prudencial. Ni tampoco creo adecuado expresar mis opiniones personales sobre temas competencia de la institución, porque esto sólo crea expectativas que luego pueden o no verse confirmadas. En mi opinión, sólo constituyen información relevante, aparte de la proporcionada por los participantes en los mercados y calificada así por la ley, las opiniones institucionales hechas públicas por los medios establecidos". Con ello, Segura establece una raya de separación muy explícita con la anterior etapa de la CNMV.
Investíguese si hubo connivencias políticas o con responsabilidades penales en las denuncias e insinuaciones hechas por Conthe en el Parlamento y en sus conferencias de prensa; si hay incompatibilidades personales o no en los consejeros de la comisión; elabórese el reglamento de los nuevos criterios de nombramiento de los responsables de la misma, pero al mismo tiempo exijamos que la CNMV siga funcionando con la eficacia que ha hecho que sea comparable con las instituciones semejantes de otros países de nuestro entorno. No suicidemos a la CNMV. Para que los inversores puedan estar tranquilos de que son tratados justa y equitativamente en los mercados de valores.
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