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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Negociar con la memoria

"La verdad es una sustancia resbalosa y puede fácilmente diluirse en una especie de ósmosis familiar. Yo llegué al punto de no estar segura de dónde había nacido". Con estos presupuestos de identidad fracturada, Lisa Appignanesi (Polonia, 1946), hija de judíos exiliados en Canadá, inició una profunda averiguación sobre su familia que comprometía, a la vez, sus propias vivencias y las tácticas que llevaron a sus padres a sobrevivir a la guerra y al antisemitismo de los años posteriores en Polonia. Aunque su libro incrementa la adhesión a la recuperación histórica, se aparta del servilismo de la crónica al incorporarse a un espacio moral del que ella es prolongación natural: "La mía es la última generación para la cual la guerra es aún un tejido vivo de recuerdos y no una vieja historia de barbarie contenida en datos y estadísticas". De hecho, su indagación brota de la constatación de que su madre, la "última puerta a la memoria familiar", está perdiendo la memoria. Aun así, consciente de que "indagar puede ser insultante o una invasión de la intimidad", se impondrá el deber de saber, y para ello visitará Polonia para rescatar -y valorar en su justa medida- la leyenda familiar, pues "la memoria es también un instrumento político en la construcción de las naciones".

LOS MUERTOS PERDIDOS

LISA APPIGNANESI

TRADUCCIÓN DE ROSA PÉREZ

PENÍNSULA. BARCELONA

254 PÁGINAS. 18,50 EUROS

2007

Más que la honesta disposición de la autora, que resuelve así "la ambivalencia hacia lo judío arraigada en la familia", destaca la transparencia con que expresa la secuela de inseguridades que ocasionó la persecución de la guerra en sus progenitores y en ella misma. Los rasgos que determinan el carácter, resultado de la instigación por pertenencia a una raza, se exponen aquí como un juego dramático de simulación. Al contrario del postulado más extendido, Appignanesi tiene especial empeño en declarar que, en su ámbito familiar, nadie se sentía "culpable de haber sobrevivido". La culpabilización vendrá después, con la carga política que adquirió el término Holocausto y la "expansión de la industria terapéutica" que, pese a ello, no logrará que sus padres acepten el olvido o el perdón y ningún trato con Polonia o Alemania. Así pues, dice la autora, "yo misma me convertí en un proceso de reconciliación". Su libro es una forma de negociación con la memoria. A sus padres les acompañó siempre, añadido a la vergüenza del sufrimiento, la incredulidad de los que escuchaban sus "hazañas" de supervivientes. Lisa Appignanesi, que no vivió la guerra, pero sí sus consecuencias, les devuelve la dimensión humana que les arrebató la barbarie: "Quizás no se pueda hablar a los fantasmas, sino sólo escucharlos".

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