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Dos ministras dentro y cuatro manifestaciones en el exterior

Entre los organizadores del mitin de ayer, en el pabellón de As Travesas, había cierta inquietud en días previos por la posibilidad de no reunir los 4.000 asientos del aforo. Lo llenaron, ZP sigue teniendo gancho. Incluso para los que no comulgan con su política: los cuatro grupos de manifestantes que "saludaron" la llegada del presidente del Gobierno con sus gritos y pancartas desde otras tantas esquinas inmediatas al pabellón: las batas blancas de los médicos interinos en un extremo, las camisetas azules de los vecinos de Mos que no quieren más estrangulamientos en el municipio por autovías y aves y, en medio, sin uniformes, ex trabajadores de GEA y otros de Sintel, con viejas reclamaciones de solución a sus respectivos conflictos. No llegaron a sumarse al auditorio del pabellón.

Sí compareció una abultada representación de cargos socialistas, en consonancia con la excepcionalidad de la presencia de Rodríguez Zapatero en la campaña gallega. Dos ministras, la viguesa Elena Espinosa y la lucense Elena Salgado, varios conselleiros, los alcaldes/candidatos de A Coruña, Pontevedra, Lugo y Ourense, muchos miembros de la ejecutiva gallega del PSdeG (siglas que brillaron por su ausencia en el mitin) y pleno, como no podía ser menos, de las ejecutivas local y comarcal. Pero el ambiente lo calentó un público entusiasta de ZP y de Touriño,

a priori entregado y que prodigó palmas y ovaciones a la menor ocasión o incluso sin necesidad de encontrarla. "A los de A Baña, que me tratan siempre con tanto cariño", saludó Zapatero, y así se ahorró pormenorizar respuestas a cada una de las pancartas con denominación de origen que le invocaban.

El pico y la pala

Los protagonistas, pues, tenían sobrados motivos para sentirse como en casa. Y Touriño, con capacidad para dar respuestas inmediatas, lo mismo a unas señoras que le jaleaban desde una banda como a otros, de la antigua plantilla de GEA, que le increparon cuando aludía al crecimiento en creación de empleo que se está produciendo en la etapa de cambio que él dirige: "Tranquilos, este Gobierno no dejará a nadie tirado en la cuneta".

El secretario general de los socialistas gallegos había arrancado su intervención con los sabores de Vigo: "Vigo sabe a mar", dijo recuperando un viejo eslogan turístico de la ciudad, "y sabe a izquierda y sabe a progreso". Y también se permitió hacer un chiste a costa de sus principales adversarios políticos: "La derecha le da mucho al pico, pero no coge la pala", dijo. A propósito, en este caso, de la creación de suelo industrial.

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