Gordon scott, actor
Interpretó seis películas de Tarzán y varias de Maciste
A lo largo de su carrera, Scott interpretó 25 películas, entre las que destacan las seis dedicadas a Tarzán de los Monos, uno de los mitos cinematográficos más importantes de la historia, sólo superado en apariciones en la gran pantalla por Sherlock Holmes, Drácula y Frankenstein.
El verdadero nombre de Scott era Gordon M. Werschkul. Nació el 3 de agosto de 1927 en Portland, Oregón, y antes de debutar en el cine trabajó como instructor de la Infantería de Marina y como policía militar en el Ejército. Más tarde empleó su poderoso físico en trabajos tan diversos como bombero y salvavidas playero. Sería un agente cinematográfico quien lo descubriría empleado como guarda de seguridad en un hotel de Las Vegas y lo llevaría a Hollywood. Había nacido un nuevo Tarzán cinematográfico.
Durante los años treinta y, en especial, la década de los cuarenta, el personaje fue propiedad absoluta de Johnny Weismuller. Más tarde llegaría Lex Barker, que interpretó a Tarzán en cinco ocasiones sin demasiado calado en el público. Gordon Scott revitalizaría en cierto modo al Hombre Mono gracias a su musculosa presencia, su bello rostro y una mirada que le confería un especial encanto. Sólo tras su marcha irrumpiría Ron Ely en 1966 con una más que popular serie televisiva titulada sucintamente Tarzán.
Scott encarnó por primera vez al héroe de la jungla en 1955, en Tarzán y la selva escondida, una producción de Sol Lesser para la RKO, en la que contaría como compañera de reparto nada menos que con la gran Vera Miles, que se convertiría en su esposa y de quien se divorciaría en 1959.
El éxito obtenido con su debut propició una serie de cinco películas más, en las que Scott explotaba a fondo su apabullante físico, con el que otorgaba a Tarzán un cierto aire rudo, al tiempo que su inesperado talento como actor lograba que el personaje se convirtiera en un sujeto atractivo e inteligente. En 1956 Scott abordaría Tarzán y el safari perdido, en esta ocasión a las órdenes de la Metro-Goldwyn-Mayer y dirigido por H. Bruce Humberstone. En 1958 llegaría Tarzan and the trappers, en realidad construida con recortes de algunos capítulos grabados para una serie de televisión que no llegó a emitirse.
Scott ya era apreciado por los espectadores y aún llegarían tres nuevas aventuras selváticas, la primera de nuevo para la Metro y las siguientes bajo bandera de la Paramount: Tarzán lucha por su vida (1958), con una sensual Eve Brent interpretando a Jane; La gran aventura de Tarzán (1959), en la que coincidía en el reparto con un por entonces primerizo Sean Connery, y Tarzán el justiciero (1960).
Un tanto asfixiado por el personaje, Scott decidió cambiar de rumbo y trasladarse a Europa, donde interpretó más de una docena de peplums que se beneficiaron de su imponente presencia. Este género, que proponía aventuras ambientadas en la antigüedad, en especial en la época greco-romana, nació con el monumental éxito de Hércules (1958), interpretado por el Míster Universo Steve Reeves. Precisamente junto a Reeves acometería Scott su primer peplum, la recordada Rómulo y Remo que dirigió Sergio Corbucci en 1961 y que convertiría a Scott en un actor ineludible en películas del mismo signo. De hecho, ese mismo año interpretaría a otro memorable héroe popular, Maciste, en Puños de hierro y En la corte del gran Khan. Llegarían más tarde películas como El retorno de Maciste (1962), Goliat y la esclava rebelde (1963) o El coloso de Roma (1964), obras que, más allá de su calidad, se engrandecían con la apostura arrolladora de un Gordon Scott que llenaba la pantalla.
En la segunda mitad de la década de los sesenta, la estrella de Scott decayó un tanto y filmó varias películas mediocres, spaghetti westerns como El héroe del Oeste (1965), donde encarnó a Buffalo Bill, y Las pistolas del norte de Texas (1966). Fue entonces cuando decidió retirarse del cine, quizá consciente de su casi inevitable encasillamiento y de la inminente muerte de los géneros populares que él contribuyó a ensalzar. Queda como su última película Secretísimo (1967), un mediocre filme policiaco indigno de su talento
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