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Reportaje:

La resurrección de un videocreador

El artista lucense Ignacio Pardo vuelve tras 20 años de silencio con una muestra en el CGAC

Moscas, vísceras, cuerpos desnudos, clavos que atraviesan rostros son algunos de los elementos utilizados por el videoartista Ignacio Pardo en sus impactantes obras que pueden verse desde el pasado jueves en las salas del Centro Galego de Arte Contemporánea (CGAC).La trayectoria de Pardo es bastante atípica ya que el artista lucense, de 60 años, fue uno de los pioneros en el vídeoarte español en la década de los 80, pero su carrera profesional en la Escuela de Imagen y Sonido de A Coruña le llevó a olvidar su trabajo anterior como artista aunque nunca dejó, dice "de trabajar en la creación de imágenes con ordenador".

El espectacular montaje de sus vídeos en el CGAC permite al público introducirse en el universo personal de un artista que tiene como referentes temáticos el amor, el sexo y la muerte. El titulo de la muestra, Senescencia, se refiere al proceso de destrucción celular que está muy relacionado con las ideas que obsesionan a Pardo, como puede deducirse fácilmente tras ver algunos de sus vídeos. "Unos hablan de luz y yo lo hago de sombras. En realidad, es una especie de exorcismo para huir de la muerte", explica el artista.

"Para mí es un sueño poder exhibir por primera vez de esta forma mi obra", explica Pardo, quien confiesa sentirse "harto" de que las obras de vídeo se exhiban muchas veces como si se tratase de una película, es decir en una sala con butacas y con las luces apagadas. "Pretendo que las imágenes de mis vídeos no se vean una a una, por separado, sino de forma simultánea y con el sonido de distintas obras entremezclándose", indica.

Durante el recorrido por la exposición, se pueden ver algunos de los primeros trabajos de Pardo, como el impactante vídeo Tránsito, realizado de forma prácticamente artesanal, y piezas más modernas confeccionadas en la década de los 90 o en los últimos años, ya con el empleo del ordenador. Pero en ambos casos lo sustancial no son las técnicas empleadas sino la estética personalísima que consigue transmitir un artista que en un principio supo adelantarse a su tiempo y, posteriormente, ha sabido adaptarse también sin problemas al empleo de las nuevas tecnologías.

Respecto a la imagen sombría aunque no pesimista que reflejan sus trabajos, Pardo cree que seguramente la explicación puede encontrarse en las primeras imágenes que recuerda de su infancia: las de la catedral de Lugo. "A partir de ahí se ha ido generando en mi mente un imaginario sobre la muerte y siempre me ha interesado mucho el trabajo de artistas que reflejaban a menudo este tema en sus obras, como Luis Buñuel, Valdés Leal, Quevedo o Jorge Manrique", señala.

Ignacio Pardo siempre se ha sentido cómodo en el papel del creador solitario, al margen de las modas y de las exigencias del mercado del arte. El retorno de su obra a un gran espacio expositivo es una buena noticia, sobre todo para el público que hasta ahora no conocía a uno de los referentes imprescindibles de la videocreación gallega. Las nuevas obras del artista lucense demuestran que, pese a su larga ausencia, todavía conserva la capacidad de seguir sorprendiendo.

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