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Crónica:Fútbol | Copa de la UEFA: vuelta de las semifinales
Crónica
Texto informativo con interpretación

Cayó Bremen, bienvenido Glasgow

El Espanyol vence al Werder, con goles de Corominas y Lacruz, y alcanza la segunda final continental de su historia

Ramon Besa

Acostumbrado a la épica doméstica, a cantar el alirón copero en Valencia y Madrid, el Espanyol celebró ayer entusiasmado su próxima cita con Glasgow para disputar la final de la UEFA. El salto de calidad del equipo ha sido significativo en unas circunstancias nada favorables desde que perdió su razón social por la desaparición de Sarrià. Los tiempos han cambiado tanto en el club que hasta los árbitros pitan más a su favor que del contrario.

WERDER BREMEN 1 - ESPANYOL 2

Werder Bremen: Reinke; Owomoyela (Schindler, m. 46), Naldo, Pasanen, Schulz; Jensen (Wome, m. 69), Frings (Baumann, m. 76), Diego, Hunt; Almeida y Klose. No utilizados: Vander, Vranjes, Polenz y Bischoff.

Espanyol: Gorka; Lacruz, Torrejón, Jarque, David García, Zabaleta (Ángel, m. 61), Ito; Coro, Luis García, Riera (Rufete, m. 70); y Tamudo (Julián, m. 78). No utilizados: Kameni; Velasco, Moha, Chica y Martínez.

Goles: 0-1. M. 4. Almeida aprovecha un error de la zaga y bate por alto a Gorka. 1-1. M. 49. Riera centra desde la derecha, Reinke despeja mal y pCoro recoge el rechace. 1-2. M. 60. Luis García saca de esquina y Lacruz cabecea a gol.

Árbitro: Bertrand Layec. Amonestó a Zabaleta, Almeida y Coro. Expulsó a Klose (m. 19) por doble amonestación.

Unos 42.000 espectadores en Weserstadion.

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Anoche, en una semifinal europea, el francés Bertrand Layec expulsó en el minuto 19 a Klose, pichichi del último Mundial, por simular una caída fuera del área. Los alemanes pedían un milagro al río Weser y resulta que las calamidades se suceden en Bremen desde que el Bayern Múnich negoció con Klose, elegido como saco de todos los golpes.

A la tarjeta roja del delantero centro siguió al inicio del segundo tiempo una pifia monumental del portero Reinke que condenó definitivamente al Werder Bremen. El gol del empate, y del partido, lo metió Corominas, naturalmente, convertido en el héroe de la bonanza blanquiazul. Los tantos históricos del Espanyol, tanto a la hora de alcanzar el triunfo como de evitar la tragedia, llevan la firma del joven volante catalán. La fortuna de Corominas es también la del equipo, que por momentos jugó con el retrovisor puesto en Leverkusen y la vista cegada por Glasgow, para suerte del Werder, que apeló a un remonte que se proponía digno de los mejores tiempos del fútbol alemán.

Al mando del incontenible Frings, un volante reconvertido en medio centro por su voracidad, el Werder se desplegó con hasta cuatro delanteros. A Schaff le convenía que su equipo alcanzara el área contraria nada más sacar de centro. A la determinación alemana respondió el Espanyol con indiferencia, como si se diera todo el tiempo del mundo, siempre inferior en los balones divididos, expuesto a las segundas jugadas. Un rechace timorato de David García y una salida mal medida de Gorka habilitaron a Almeida para que el estadio cantara gol a las primeras de cambio (m. 4) en una acción que retrató perfectamente el paisaje del choque. No salía el Espanyol del cuerpo a cuerpo propuesto por el Bremen, más fuerte, capaz de mezclar el fútbol frontal con el entrejuego de Diego. La ligereza españolista era manifesta desde la alineación. Acudió desvertebrado a una cita de máxima exigencia. Nadie tiene el pase profundo de Lo Pelat ni la jerarquía de Moisés Hurtado, un pivote que cose al equipo, le da equilibrio y sobre todo consistencia.

Al rescate del Espanyol acudió Klose, fuera del equipo y de la contienda, extraviado desde que se propuso salir de Bremen. El delantero centro se dejó caer poco después fuera del área y el árbitro le castigó por tramposo con la segunda tarjeta y la expulsión (m. 19). Una sanción sorprendente si se atiende a que no había lugar para pitar penalti. Los verdes de Bremen habían sido víctimas de su propia ansiedad y capacidad para generar la bronca en cada jugada.

La ausencia del ariete no rebajó la carga del Werder, que siguió dale que te pego, siempre en cancha del Espanyol, inferior como equipo incluso con superioridad numérica. Temeroso e inexperto, defendía el Espanyol al bulto y no pasaba de medio campo. Recularon demasiado los centrales, los laterales y medios no ligaron tres pases seguidos y los delanteros no tiraron un solo desmarque. Nadie le daba salida al balón en el bando forastero. La pelota estaba siempre en pies de Diego, así que Schaff cargó el juego de ataque con un segundo punta, Schindler, y pasó a una defensa de tres.

Y entonces la pifió Reinke. El portero se comió un centro de Riera y le dejó la pelota a pies del infalible Corominas, siempre presente en los momentos de gloria del equipo, para sellar el acceso a la final. Había quedado claro desde el inicio que el partido y la semifinal acabaría en cuanto marcara el Espanyol, y alcanzó el gol en su primera llegada y remate a portería (m. 50). El impacto desmontó al Werder, que acabó desvencijado. El Espanyol firmó con sumo gusto un segundo gol a la salida de un córner, materializado por Lacruz, para darle magnitud a su clasificación y mantener la condición de invicto. Al Espanyol le sonríe tanto la vida en la UEFA que hasta se ve muy capaz de acabar con el irreductible Sevilla en Glasgow, donde jugará la segunda final europea de su historia.

Corominas y Tamudo, con David García y Torrejón en el suelo, celebran un gol. Al fondo, Ito.
Corominas y Tamudo, con David García y Torrejón en el suelo, celebran un gol. Al fondo, Ito.REUTERS

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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