El libro electrónico
DESDE LA INVENCIÓN de la imprenta el libro ha transitado durante estos siglos sin los profundos cambios que han afectado a otros productos. Pero el desarrollo tecnológico de las últimas décadas e Internet están alterando decisivamente el concepto de libro como objeto, la actitud de la industria editorial y los hábitos del lector.
Si consideramos el libro electrónico como un objeto, existen una gran variedad de soportes que desempeñan esta labor: un ordenador de sobremesa, un portátil, una PDA e incluso un teléfono móvil. Pero, en sentido estricto, designaremos como libro electrónico aquellos dispositivos lectores que utilizan la tecnología basada en el papel o tinta electrónica, e-ink en inglés, cuya característica es que la luz no se proyecta desde la pantalla, como sucede en la mayoría de los otros aparatos electrónicos, sino que necesita de la reflexión de la luz externa para poder leer su contenido, igual que sucede con el texto impreso en papel. Se trata de una tecnología que inicia sus primeros pasos en la década de 1970 y que obtiene sus primeros rendimientos en la de 1990. Los dispositivos de lectura electrónica no acaban de popularizarse ya que son productos que se mantienen todavía en un proceso de innovación y experimentación. Por otro lado, había que rectificar una cuestión de ergonomía, ya que los prototipos iniciales partían del diseño de un ordenador para asemejarlo a un libro cuando quizás el proceso debería haberse hecho inversamente, es decir, que tanto por su apariencia como su funcionamiento guardase cierto parecido con el libro físico al que estamos acostumbrados.
En el 'e-book', como en el libro, la luz no se proyecta desde la pantalla, sino que necesita de la reflexión de la luz externa para leerse
Para obtener un producto aceptable el libro electrónico debe tener un peso y apariencia externa semejante a un libro real, una pantalla con una textura lo más parecida al papel en su ductilidad, una resolución suficiente como para poder apreciar en detalle imágenes e ilustraciones, la introducción definitiva del color y unos precios inferiores a los actuales. El libro electrónico, tal como lo conocemos hoy, es fruto del esfuerzo de empresas como Philips, Sony, Hewlett-Packard o Fujitsu (esta última pionera en el uso del color). El primer intento serio de explotación comercial del libro electrónico lo ha realizado Sony con LIBRIé, de venta exclusiva en Japón. No ha tenido el impacto deseado, no porque sea un producto de mala calidad, sino porque no ha cumplido con las expectativas que todo lector espera de un libro, aunque éste sea electrónico. Inicialmente, el LIBRIé sólo permitía leer textos en un formato único denominado BBeB (BroadBandeBook), adquirir libros en su tienda exclusiva y una limitación temporal de uso: entre 60 y 90 días para poder leer y utilizar los textos. Se trataba más de un sistema de alquiler que de compra. La consecuencia ha sido un relativo fracaso, ya que es una política comercial que choca frontalmente con la concepción que cualquier usuario posee sobre la propiedad y libertad de uso y disfrute de un bien, aunque sea de un objeto modesto como el libro.
El siguiente prototipo de Sony pretende enmendar los errores mencionados: el Sony Reader. Su venta se localiza en Japón y en Estados Unidos. Ofrece una mayor flexibilidad para compartir formatos al facilitar programas de conversión para pasar de documentos realizados en Word, Excel, Powerpoint, PDF, HTML o RSS al de BBeB. También han abandonado los sistemas de caducidad temporal de lectura de los textos.
La otra alternativa actual de libro electrónico es el iRex iLiad, respaldado por la multinacional Philips. En el número 452 del Ciberp@ís se publicó un detallado informe sobre él. Este dispositivo cumple y supera con creces las expectativas de lo que consideraríamos libro electrónico, aunque determinados complementos de hardware y software tienen que mejorarse. Por ejemplo, para un inexperto resultan complicados los procesos para adaptar los formatos pdf y html para su lectura fácil en el iLiad. A pesar de sus virtudes, su elevado precio afectará negativamente a su introducción.
Si las empresas tecnológicas realizan, con mayor o menor acierto, un esfuerzo por satisfacer una posible demanda del mercado, otros actores no menos fundamentales, los editores, han optado por una actitud muy cautelosa. Las editoriales se encuentran en la encrucijada de cómo adaptar su modelo de negocio a la nueva situación, pero no se perciben signos de que hayan encontrado una respuesta satisfactoria a sus intereses. Reconociendo las ventajas indudables del libro electrónico, ¿por qué no se populariza y extiende este producto? Básicamente por tres motivos:
Tecnológicamente el libro electrónico aún tiene que evolucionar: es previsible que en un futuro no muy lejano existan prototipos más ergonómicos, más potentes, más avanzados (tinta en color) y lo más fundamental, más baratos.
La actitud renuente de la mayoría de las editoriales que obstaculizan cualquier intento de promover el libro electrónico como objeto de uso dotado de los mismos contenidos que en el libro de papel.
El talante reservado de los consumidores del libro electrónico, tanto en la adquisición del dispositivo electrónico como la compra de contenidos. Está justificada por unos precios elevados que no compensan en cuanto a su relación con los potenciales beneficios. Por un lado existen dificultades en la adaptación de los diferentes formatos de los textos para una lectura cómoda, y por otro, la oferta de títulos disponibles es escasa y la mayoría en inglés.
A pesar de las dificultades es previsible que con un dispositivo más evolucionado, iniciativas editoriales más acordes con la realidad social y tecnológica y la adaptación de los lectores al uso del libro electrónico, impondrán una transformación tan decisiva como la que se produjo con la invención de la imprenta.
RICARDO FORNAS es el responsable de buscopio.net
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