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Análisis:A LA PARRILLA
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Famositos

Dolce vita ha abierto una escuela de cotilleo llamada Dolce vita baby siguiendo la consolidada tendencia de utilizar a los niños para cometer los mismos errores que los adultos. No se les puede reprochar semejante experimento. Si se les utiliza como consumidores, es lógico que también se les ceda un ilusorio protagonismo que los ayudará a reforzar sus vínculos con un tipo de televisión que, con la excusa de entretener, embrutece. El invitado elegido para ser entrevistado (o lo que fuera) por veinte criaturas fue Julio Iglesias Junior, que fue niño famoso antes que adulto famosete y que conoce perfectamente los beneficios que puede reportar la fama por vía hereditaria. Los alumnos de esta academia del cotilleo llegaron con la lección aprendida, y enseguida demostraron que dominan el tono idóneo para este tipo de programas: ser repelente en lugar de simpático y maleducado en lugar de incisivo.

Un niño le preguntó a Julio Iglesias Junior si ganaba mucho dinero, y pareció un ensayo para que, en el futuro, pueda participar en Tengo una pregunta para usted y poner en un aprieto a un candidato del color que sea. De hecho, Dolce vita baby es como la versión gore de Tengo una pregunta para usted, pero aplicando los mismos criterios a una materia prima más aparentemente frívola que la política. Cuando un niño se quedó en blanco, sin saber qué preguntar, Santi Acosta le echó un capote y dijo algo que, para bien y para mal, ya hemos podido comprobar sus espectadores más fieles: "A mí también me pasa".

Y en otro momento, el imprevisible Acosta añadió: "No podemos preguntar todos a la vez", una versión suave de lo que suele decir cuando intenta domesticar un corrillo de cotillas adultos, aunque no pudo evitar que una de las más expansivas criaturas gritara una y otra vez: "¡Joder!". Si hubiera que sacar un titular de este desordenado, insulso e inofensivo intercambio de preguntas y respuestas, sería que Miguel Boyer, actual marido de la madre de Iglesias, es la mar de gracioso y divertido cuando está en casa. Y no era un chiste.

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