El Sevilla desnuda al Deportivo
El cuadro de Juande Ramos solventa la eliminatoria con goles de Kanouté, Navas y Luis Fabiano
Lógico. Salir a empatar es salir a perder. Joaquín Caparrós alistó a un equipo para mantener el marcador a cero pese a jugar con la ilusión de la grada a favor. Juande Ramos, en cambio, salió a sentenciar las semifinales de Copa en A Coruña. En el tercer minuto el Sevilla ya había botado tres saques de esquina. Nadie en Riazor musitó el típico "se veía venir". Estaba cantado. Fue un duelo desigual. El Sevilla juega con una marcha más. Y así, le fue demasiado fácil ningunear al Depor. Durante el primer tiempo lo desnudó.
El duelo se acabó en el minuto 11. Y eso que la afición se agarró al pasado para querer creer. Pero la historia y las grandes gestas europeas no juegan. Fue un palo enorme. El conjunto gallego se estrelló contra la realidad.
DEPORTIVO 0 - SEVILLA 3
Deportivo: Munúa; Coloccini, Andrade, Juanma, Capdevila; Barragán (Taborda, m. 46), Juan Rodríguez (De Guzmán, m. 64), Duscher, Cristian; Arizmendi (Sergio, m. 64) y Adrián. No utilizados: Aouate; y Lopo.
Sevilla: Cobeño; Alves, Javi Navarro, Escudé, Dragutinovic; Jesús Navas (Aitor Ocio, m. 83), Poulsen, Martí, Adriano (Maresca, m. 59); Kanouté y Kerzhakov (Luis Fabiano, m. 72). No utilizados: Varas; y David.
Goles: 0-1. M. 11. Kanouté bate a Munúa tras pase de Adriano. 0-2. M. 13. Navas aprovecha una contra de Dani Alves. 0-3. M. 90. Luis Fabiano, de penalti cometido por Andrade.
Árbitro: Rodríguez Santiago. Amonestó a Duscher, Andrade y Dragutinovic.
25.000 aficionados en Riazor.
Andrade cometió un penalti tonto con la mano en el tiempo de descuento
En el minuto 11 se acabó el duelo. Y eso que la afición del Depor se agarró al pasado
Con la salvación casi amarrada, la Copa se presentaba como la oportunidad para sacar pecho y regresar otra vez a Europa, aunque fuese la UEFA. Y Riazor, que había visto cómo hace cuatro temporadas se levantaba un 4-1 en Liga de Campeones al Milan, se encontró con que al Super Depor le llaman Baby Depor y que su pelea actual es evitar el descenso. La dos Copas, la Liga y la semifinal de Liga de Campeones que se malogró contra el Oporto por un penalti quedan demasiado lejos.
En el minuto 11 Adriano arrancó y regaló un buen pase a Kanouté. Fue un regalo. El equipo planteado por Joaquín Caparrós para no recibir un gol se limitó a contemplar cómo el brasileño enviaba el pase y cómo el larguirucho delantero de Malí batía sin piedad a Munúa.
La torrija del Depor era de dimensiones descomunales. No podía jugar la pelota porque los que saben hacerlo -Riki, Verdú. Estoyanoff o Iago estaban en la grada- y tampoco se sentía cómodo defendiendo, a priori para lo que había diseñado el once de Caparrós.
Dos minutos después el Depor quedó retratado. En una jugada en el área del Sevilla, medio equipo protestó un penalti sobre Juanma, que volvía a la alineación. El rechace lo recogió Alves, un tipo que primero dispara y luego pide perdón. Por delante se encontró con sombras en vez de defensas. Condujo la pelota durante unos 40 metros y se la entregó mansa a Navas para que fusilase a la red.
Se comentaba que el Sevilla llevaba 53 años sin ganar en Riazor, se decía que Caparrós conocía demasiado bien a su ex equipo, se decía que los sevillanos podían pagar el cansancio por las tres competiciones en las que ha presentado su candidatura al título. Pero en 11 minutos el sueño del Depor se rompió como una pompa de jabón. Futbolistas como Alves o Navas piensan demasiado rápido para Cristian o Capdevila, los encargados de jugarse con ellos la banda. Y Duscher y Juan Rodríguez quedaron en muy poca cosa al lado de Poulsen y Martí, que gestionaron con criterio y contundencia el centro del campo.
Ante estas premisas y con el lastre en el marcador y en la eliminatoria, al Depor sólo le quedaba el recurso Caparrós, el pelotazo a los delanteros Adrián y Arizmendi. El cuadro gallego olvidó que, si a un delantero nadie le lleva agua o una pelota en condiciones, acaba desquiciado y desquiciando a la grada.
El Sevilla, navegando a favor del marcador, dejó pasar el primer tiempo porque ya sabía que tenía la clasificación atada. Caparrós tiró a principios del segundo tiempo de Taborda, el único delantero que tenía en el banquillo, para que hiciese de controlador aéreo. Minutos después prescindió de Arizmendi para que Sergio devolviese el balón al piso. La banda derecha la tapó con De Guzmán, que sustituyó a Juan Rodríguez. Taborda había entrado por Barragán, que no acaba de encontrar la forma de los primeros partidos.
Y este Deportivo extraño, como lo ha sido durante toda la temporada, se sacudió el complejo y le buscó las cosquillas al Sevilla más por convicción que por fútbol.
Pudo Adriano anotar el tercero tras una llegada de Alves, pero malogró una ocasión inmejorable. Al Sevilla sólo lo incomodaron el inacabable Taborda y un par de disparos de Sergio. Voluntad y ganas, nada más, frente a criterio, porque Juande Ramos apostó por Aitor Ocio para paliar los tímidos problemas que creaba Taborda.
Y ya comenzaba a desfilar la afición consolándose con lo que fue este equipo en otros tiempos, cuando Andrade cometió un penalti tonto con una mano en el tiempo de descuento. Lo transformó Luis Fabiano. Otro más. Daba lo mismo.
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