Los jóvenes cineastas buscan su sitio

Andalucía es tierra de poetas, que diría Rafael Alberti. Por fortuna es cierto, aunque habría que añadir que son muchas las disciplinas en las que artistas andaluces destacan cada vez más. El auge del cine en Andalucía es una realidad que se manifiesta en la presencia de festivales estables y de otros que nacen. Durante este fin de semana se desarrolla en Granada uno de los clásicos, el Festival Internacional de Jóvenes Realizadores, en el que serán proyectados más de 200 cortometrajes de muy diversas nacionalidades. Una cuarta parte de esos trabajos son andaluces, y en palabras del director del festival, Félix Gómez Urdá, "el nivel de los trabajos es completamente homologable al del resto de los participantes".

Para esta edición, el Festival Internacional de Jóvenes Realizadores ha guardado dos importantes premios para los cortometrajes andaluces. En primer lugar, RTVA premiará la mejor creación audiovisual andaluza. Por otro lado, el propio festival reconocerá el mejor trabajo andaluz. "La mayoría de los trabajos presentados a estos premios son comedias, pero sin caer en el gracejo tópico andaluz", señala Gómez Urdá.

Con respecto a otros géneros como la animación, que ha experimentado un notable crecimiento, señala que sigue siendo "muy difícil" lograr un producto de buena calidad. Tratando de no lamentarse, Gómez Urdá hace un análisis histórico de por qué el cortometraje casi ha desaparecido de cualquier escena. "El corto no llega a las salas. Esto es consecuencia, entre otras cosas, del nodo. La imposición del nodo por Franco echó al cortometraje de las salas de cine. Después, durante la transición, volvió. Sin embargo, no tardó en cambiar la estructura de exhibición y los traileres y la publicidad cubrieron ese espacio", aclara.

Pese a esta situación, el cortometraje sigue funcionando ya no sólo como una forma de expresión artística, sino también como un camino de aprendizaje que pueda conducir a la realización de un largometraje.

Uno de los cortometrajes más ambiciosos que participan en el festival es el de la granadina Paz Piñar, que ha recurrido a una productora sevillana, Jaleo Films, para realizar Pasemos al Plan B. En opinión de Piñar, el cortometraje, que será proyectado esta tarde a las 20.00 en el Teatro Isabel la Católica, "es una comedia sobre la inmigración en la que han participado 10 autores. Ha sido una gran experiencia. Éste es mi segundo corto y espero que no sea el último", aclara.

Otro de los andaluces seleccionados, aunque participe en la sección internacional y naciera en Costa de Marfil, es Manuel Soubies. Su trabajo, Pepitos, comienza con una imagen de la Alhambra grabada desde el mirador de San Nicolás, en el barrio del Albaicín, que poco a poco se va viendo ocultada por otras imágenes de los llamados pepitos. "Pepitos es como los promotores y los arquitectos llaman a las casas adosadas. Cuando llegué a Granada había miles, pero ahora por lo menos se han triplicado. Este desarrollo insostenible y el caos urbanístico que ha propiciado es lo que he tratado de denunciar en mi cortometraje, que en cierto sentido es como un panfleto audiovisual, pero en el buen sentido de la palabra", explica.

La trayectoria de Soubies ha sido larga, aunque no haya podido optar a una importante distribución. "Hice mi primer corto en Súper 8, se trataba de una historia muda, así evité los problemas de sonido. Después realicé un documental sobre el paso del Estrecho. Entrevisté a cuatro inmigrantes marroquíes que habían entrado en España en patera o en los bajos de un camión. Fue una experiencia dura que me orientó hacia la denuncia social", añade este marfileño granadino.

Alejandro Gómez Lopera (Granada, 1974) ha sido seleccionado para las proyecciones del festival dentro del apartado de cortometraje andaluz gracias a su primer trabajo de animación, Sueños. "Es un poema crítico con la sociedad que presenta diferentes temas de marginación e injusticia de una manera implícita, sin necesidad de mostrar imágenes que dañen al espectador", señala. En Sueños, que ha sido rodada partiendo de dos tipos de colores, los más cálidos y los más fríos, Álex Gómez presenta un escenario por el que se mueve un personaje que está soñando con un mundo mejor. "Concebí el trabajo como una obra de arte global, por lo que también compuse la música, que es uno de sus pilares", concluye.