"Los peores 10 minutos de mi vida"
Un hombre atraca un banco y se apodera de 40.000 euros tras maniatar a los clientes
"Han sido los peores 10 minutos de mi vida. Han sido eternos hasta que ha entrado la policía y nos ha liberado". Así recordaban Paloma y María Luisa, dos vecinas del barrio de San Blas, el atraco que acababan de sufrir ayer por la mañana en una sucursal de Caja Madrid del número 14 del paseo de La Habana (distrito de Chamartín).
Un hombre español, alto, vestido de oscuro y con perilla se hizo con los 40.000 euros que guardaba en ese momento el banco, según fuentes de la Jefatura Superior de Policía.
"Sabía lo que se hacía. Obligó a un empleado a que le diera el dinero del cajero automático"
El asaltante, que iba sin guantes, tiene tatuados dos dados en una mano
Los hechos ocurrieron poco antes de las doce del mediodía. Paloma y María Luisa, ambas empleadas de hogar, habían ido a un notario al paseo de La Habana. Antes tenían que sacar dinero, por lo que eligieron el cajero automático de Caja Madrid. Cuando introdujeron la tarjeta de crédito, se percataron de que la máquina no funcionaba por lo que decidieron entrar en la sucursal.
"En ese momento, vimos cómo salía un señor mayor, al que le abría la puerta un hombre alto, vestido de oscuro. Como nos ha visto que entrábamos nosotras, ha dicho que todo el mundo para adentro", comentó Paloma. "Tirad para adelante y no digáis ni hagáis nada", les dijo el atracador a las dos mujeres y al hombre mayor.
Ese hombre de negro era el atracador, de unos 35 años y con un tatuaje de dos dados en una de las manos. Llevaba una pistola pequeña plateada, con la que les obligó a que entraran en el despacho del director. En total, se juntaron nueve personas, entre el personal de la entidad bancaria y los clientes. "Él estaba nervioso, por la situación, pero no ha perdido en ningún momento la compostura. Sabía en todo momento lo que estaba haciendo", añade María Luisa.
El ladrón ató de piernas y manos a todos los presentes, salvo a una mujer de 37 años en avanzado estado de gestación. "Nos ha dicho que no nos moviéramos, que estuviéramos quietos y que le diéramos los teléfonos móviles", añade María Luisa.
Acto seguido, se fue con el cajero a la zona de trabajo de éste, donde se apoderó de todo el dinero. También fue al cajero automático y obligó al empleado a que le diera todo el efectivo. "Era un tío que sabía lo que se hacía. Ha obligado al cajero a que le diera también el dinero que había en el cajetín de los ingresos. Desde el primer momento, nos dijo que no nos iba a pasar nada y así ha sido", afirmó Paloma.
El director de la sucursal intentó calmar a sus acompañantes. Les dijo que no se preocuparan y que no hicieran ninguna tontería, que la entidad se haría cargo de todo lo que fuera necesario. Pero hubo una voz discrepante. "El señor mayor no se callaba. Empezó a preguntarle al atracador por qué se había metido a robar bancos, que iba a arruinar su vida y que aún era muy joven para estropearla. Pensé que el hombre se iba a poner nervioso y nos podía montar una buena", añade María Luisa.
"No debía de ver muy bien, porque al entrar a la sucursal llevaba unas gafas de ver, graduadas, pero luego, cuando estaba dentro del banco, se las ha cambiado y se ha puesto unas de sol, como para disimular", explica Paloma.
Acto seguido, el atracador cogió la saca verde del banco que contenía el dinero y exigió los teléfonos móviles. Los metió en la bolsa del dinero y dijo que nadie se moviera. Pero no se percató de que uno de los teléfonos se le cayó y se quedó encima de la alfombra.
El atracador exigió entonces al director de la sucursal que le diera las llaves de su despacho. Cuando se marchó, cerró la puerta con llave y salió a la calle, sin que nadie de fuera se percatara de que acababa de robar. Antes, había arrancado el cable del teléfono para evitar que pudieran avisar a la policía cuando él se fuera. El asaltante no llevaba guantes.
"Jamás he pasado tanto miedo. Al principio he estado muy entera y no le he dado importancia, pero, ahora, que ya ha pasado una hora, lo estoy pasando fatal. La que podría haber montado en cuestión de segundos...", decía visiblemente nerviosa Paloma.
El director del banco se había guardado un segundo teléfono móvil desde el que avisó a los responsables de la seguridad del banco, que son los únicos con llave para poder abrir la sucursal y rescatarles del interior del despacho.
"Ha sido muy angustioso. Han debido de tardar unos minutos, pero se nos han hecho muy largos porque era un espacio muy pequeño y había mucha gente. Además, me he puesto a pensar que, si a la embarazada le ocurría algo, lo tendríamos muy mal. No había forma humana de salir de allí", añade María Luisa.
Una calle cortada y un fuerte despliegue policial
El segundo capítulo del atraco de ayer en el paseo de La Habana fue casi de película. El director del banco informó al departamento de Seguridad en al menos dos ocasiones de que el asaltante había huido. Sin embargo, la policía y los servicios sanitarios recibieron la llamada de que el delincuente estaba dentro. Lo que era ya un atraco concluido se convirtió en un secuestro con rehenes en el interior de una sucursal bancaria.
La policía acordonó el tramo del paseo de La Habana que va desde el paseo de la Castellana hasta la calle de los Hermanos Pinzón, unos 400 metros. También acudieron ocho dotaciones del Samur-Protección Civil, en prevención de lo que pudiera pasar.
"Seguro que le estaba esperando alguien en la calle. Es imposible que se fuera con esa saca del dinero tan grande por el medio de la calle. O le esperaba alguien o se ha ido en su propio coche", afirmaba María Luisa, una clienta de Caja Madrid.
"Ha sido terrible. Como no había casi cobertura en la zona del despacho del director, no podíamos hablar con nadie", explica Paloma, otra clienta.
La policía y los responsables de seguridad del banco entraron pistola en mano ante el riesgo de que el atracador estuviera dentro. Fuentes policiales informaron ayer de que estaba previsto enviar un negociador en el caso de que el asaltante estuviera dentro.
Dos mujeres, de 37 y 48 años, entre ellas la embarazada, tuvieron que ser atendidas de sendas crisis de ansiedad por psicólogos y especialistas del Samur, según informó un portavoz de Emergencias Madrid. Ambas fueron dadas de alta en el lugar.
Uno de los clientes, pese a todo, se mostró "algo tranquilo", según comentó a sus compañeros de atraco. Llevaba en un bolsillo un fajo de billetes (de 50 y de 500 euros, entre otros) que iba a ingresar en la sucursal. El atracador sólo se dio cuenta de que tenía un teléfono móvil y eso podría ser una amenaza.
Los agentes del grupo especializado en la lucha contra robos de bancos de la Brigada de Policía Judicial se desplazaron de inmediato a la sucursal atracada y se hicieron con la grabación de las cámaras de seguridad del banco. También acudieron al lugar tres especialistas de la Brigada de Policía Científica que se llevaron diversos cajetines y material que, posiblemente, habían sido tocados por el delincuente.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.