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Juicio por el mayor atentado en España

El Chino quedó libre pese a ser descubierto con cuchillos en el coche

Jorge A. Rodríguez

Una madrugada fría del 5 al 6 de diciembre de 2003, dos Guardias Civiles de Tráfico abordaron un BMW 530 negro que estaba parado junto a varios camiones en la Nacional I (Madrid-Irún), a la altura de Buitrago. El vehículo semiblindado estaba ocupado por un hombre de aspecto árabe, que aseguraba que el coche no le arrancaba.

El joven les contó que venía de visitar a su hermana en Bilbao, pero tras un par de preguntas pensaron que mentía. Por ello revisaron el coche, donde hallaron tres cuchillos de grandes dimensiones y dos maletas "con ropa robada, que incluso llevaba los chivatos de El Corte Inglés". Pese a ello, no lo detuvieron ni, aseguraron, pudieron comprobar si la documentación belga que les mostraba a nombre de Yousef Ben Salah era verdadera. El hombre al que dejaron ir era Jamal Ahmidan, El Chino.

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La fuerza actuante

El episodio tiene dos partes. La primera es esa misma mañana. Uno de los dos agentes de la patrulla había tenido que parar el tráfico en el kilómetro 87, a la altura de Los Cerezos, para dejar pasar un cortejo fúnebre. Al dar el alto, ante él se detuvo el BMW negro y el agente pudo verle la cara al conductor. Esa misma noche, pasadas las dos de la madrugada, vieron el vehículo parado entre camiones, cuando estaban en una operación contra el robo de camiones en esa autovía.

Actitud chulesca

La actitud de El Chino, dijeron, fue "chulesca pero con mucho nerviosismo". Cuando le preguntaron, contestó que venía "de ver a su hermana que vivía en el centro de Bilbao". Le pidieron que diera el nombre de la calle de Bilbao donde residía su pariente y no supo dar señal. Este hecho provocó que revisaran el coche. Los agentes le denunciaron por llevar armas blancas y poco más.

Los abogados le preguntaron si hicieron todo lo que estaba en sus manos. "Hombre, detener a una persona por dos camisas con un chip", contestó inicialmente uno de los agentes, que añadió: "Hombre, nos mosqueó la documentación, pero en ese momento no teníamos medios para comprobar si era verdadera o no. A esas horas de la madrugada no se podían hacer las averiguaciones sobre las ropas". "Con lo que llevaba no había manera de detenerlo", precisó el otro.

El coche fue llevado por una grúa hasta Lavapiés o Vallecas, no recordaban bien, mientras el Chino se encaró con los dos agentes. "Nos llamó racistas y nos dijo que nos íbamos a enterar". Jamal Ahmidan siguió hasta Madrid tras este incidente, similar al que le ocurrió con otro agente que dos meses después, en febrero de 2004, le multó por exceso de velocidad y lo dejó seguir, sin comprobar tampoco la identidad.

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Sobre la firma

Jorge A. Rodríguez
Redactor jefe digital en España y profesor de la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Debutó en el Diario Sur de Málaga, siguió en RNE, pasó a la agencia OTR Press (Grupo Z) y llegó a EL PAÍS. Ha cubierto íntegros casos como el 11-M, el final de ETA, Arny, el naufragio del 'Prestige', los disturbios del Ejido... y muchos crímenes (jorgear@elpais.es)

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