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Reportaje:Vela | Copa del América

El hombre de la jarra de las 100 guineas

Un escolta se dedica en exclusiva a proteger el trofeo y sólo lo toca con guantes

Se llama Manuel Gisbert y se pasa diez horas al día mirando una jarra. No es una jarra cualquiera, sino un trofeo creado en 1851 por la joyería Garrards de Londres. Llamada la de las 100 Guineas, por su precio de entonces, se puso en juego entre barcos británicos y la goleta neoyorquina América, que se la adjudicó. Así nació la leyenda de la Copa del América, también conocida como Copa de la Reina porque fue la reina Victoria de Inglaterra la que entregó el trofeo.

Desde aquel año, la Copa se deposita en el club del barco ganador. En 32 ediciones ha viajado por Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda, Suiza y Valencia.

Cada día, a las nueve de la mañana, Gisbert, de 39 años, escolta de Ontinyent, viste un impecable traje azul marino, gafas negras y guantes blancos. La Copa no se puede tocar sin ellos. Gisbert deposita el trofeo en un habitáculo del edificio Veles e Vents, donde la gente desfila. ¿Nadie la puede tocar? "Correcto", contesta. Ante ella han pasado presidentes de Gobierno, alcaldes y todos los de Aquí Hay Tomate. "He visto a Albelda, seguro que viene". Gisbert sólo abandona su puesto cuando le sustituye Jhalid, escolta marroquí de la Copa Louis Vuitton. A las diez de la noche se coloca los guantes blancos, introduce la Copa en un baúl y la mete en un furgón blindado que la lleva a una cámara acorazada. Divertirse no se divierte: "Es aburrido. Todo el día entre cuatro paredes. Pero es mi trabajo".

"Antes de ser contratado, ya conocía la leyenda de la Copa, pero me dieron un cursillo". ¿Sabe que fue atacada? "Correcto, aún se ven las muescas". El 15 de marzo de 1997, un maorí golpeó el trofeo en Nueva Zelanda. El grupo de liberación Tino Rangatiratanga reivindicó el atentado a la vez que acusaba al Gobierno de ocupación ilegal. Diez años después, Gisbert no debe bajar la guardia. La amenaza maorí sigue vigente. En la base del Alinghi ha sido izada durante dos días la bandera roja, blanca y negra del pueblo maorí, al parecer por tripulantes maoríes del equipo. La bandera no está autorizada en Nueva Zelanda y su colocación coincidió con la visita a Valencia de la primera ministra del país, Hellen Clark. El lunes la bandera había sido arriada tan misteriosamente como se izó.

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