Pascua
Se suele comparar el fútbol y la religión pero, televisivamente, son cosas distintas. Viendo la retransmisión de la misa de Domingo de Ramos (La 2), desde la plaza de San Pedro, oficiada por el papa Benedicto XVI, se detectan ciertas diferencias. El tono del comentarista, por ejemplo, no admite veleidades coloquiales como las que practica Andrés Montes en las retransmisiones futbolísticas de La Sexta. Y mientras que en los partidos de fútbol se utiliza parte de la pantalla como exasperante anuncio permanente, la misa no admite ninguna intromisión publicitaria que no sean los cánticos, interpretados en este caso por un coro de 200 jóvenes de la diócesis de Roma. El silencio y el recogimiento de los fieles no puede compararse con la expansiva -y a veces peligrosa- expresividad de los hinchas. La ceremonia duró tres horas y nos proporcionó una oportunidad, casi única, de practicar el italiano. Las palabras que más se repiten son "espíritu" y "sacrificio" y las cámaras siguen todos los movimientos del ritual, pero evitando la tentación de un exceso de dinamismo.
El Papa levanta el cáliz y allí está el primer plano, contenido, intentando desmentir el lado turístico del evento, resumido en planos generales en los que se detecta la presencia de miles de peregrinos, sí, pero también de algún guiri adicto a los excesos de su cámara digital o unos globos festivos que contrastan con la expresión de dolor del mártir crucificado. El Papa da la bienvenida a peregrinos de todo el mundo y despliega sus dotes multilingües con un dominio que recuerda, salvando las distancias, el Festival de Eurovisión: francés, alemán, polaco, inglés, portugués y un aplaudido "saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española", pronunciado con un acento que ya quisieran para sí algunos nativos. Aparece una bandera española desprovista de escudo: ni preconstitucional ni constitucional. Y al saludar a los jóvenes italianos, hay un conato de reacción futbolística: se ponen a corear, con ritmo de grada, "Be-ne-de-tto", seguido de un entusiasta redoble de aplausos.
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