Abuelo, hija y nieta: de los nazis a los Kaczynski
Tres generaciones de una familia polaca evocan la historia de su país y se declaran católicos y votantes de Ley y Justicia
Hija, madre y abuelo. Tres generaciones de polacos se reúnen en una cafetería de Varsovia para contar su historia y explicar cómo ven la situación económica y política en Polonia. Anna Laudy es estudiante, tiene 22 años y apenas recuerda el comunismo. A su madre, Elzbieta Laudy, profesora de 49 años, nacida en plena dictadura comunista, le gustaría haber tenido la libertad que ahora disfruta su hija. Al abuelo paterno, Bolestav Laudy, un jubilado de 74 años que vivió la II Guerra Mundial, la ocupación nazi y la represión de la época estalinista, le da la impresión de que los jóvenes no aprecian lo que tienen.
"Durante las décadas del comunismo nos decían que lo mejor era pasar inadvertidos"
"Varias veces a la semana la Gestapo registraba el pueblo donde yo vivía"
Los tres se declaran católicos, quieren pertenecer a la Unión Europea y votan al partido conservador Ley y Justicia de los gemelos Kaczynski, que ocupan la presidencia y la jefatura del Gobierno del país. Los Laudy son ejemplo de una familia media en la actual Polonia.
EL ABUELO
Nadie le puede negar a Bolestav Laudy que ha tenido una vida de libro de Historia. Tenía siete años cuando estalló la II Guerra Mundial. "Recuerdo que dejé de ir al colegio durante mucho tiempo y nos pasábamos los días encerrados en casa", explica. Vivían en un pueblo cerca de Varsovia. Eran seis hermanos. Dos de ellos murieron de frío intentando huir a Rusia tras la ocupación nazi. "Varias veces a la semana, la Gestapo registraba el pueblo. Detenían gente y se los llevaban a los campos de concentración. Muchos jóvenes de ahora no aprecian la libertad y la democracia...", se lamenta.
Cartillas de racionamiento y control férreo del ciudadano. Ése era el pan de cada día de Bolestav cuando se instauró el régimen comunista. "Los peores años fueron los primeros", dice en referencia a los de la represión del estalinismo. Es ingeniero. Trabajó en la aerolínea de bandera polaca (LOT). "Para promocionarte en el trabajo tenías que pertenecer al Partido. Para ingresar en él existía una lista de espera. Me apunté, pero como después me negué a hacer algo que me pidieron, me tacharon. Ahí terminó mi carrera", explica Bolestav, que tuvo problemas con las autoridades por tener un tío sacerdote. Viajaba mucho a Rusia. "Recuerdo que había un hombre en la puerta del hotel que vigilaba... Con el tiempo nos saludábamos", dice riéndose. "Todos pensábamos que podíamos estar siendo espiados; en aquellos tiempos hasta tu mejor amigo podía estar vigilándote. En los hoteles, mirábamos en el teléfono y debajo de la mesa para ver si habían instalado micrófonos".
Ahora está jubilado y cobra una pensión de 1.800 zlotys al mes (450 euros). "Me resulta difícil quejarme porque lo he pasado mucho peor. Hay problemas, pero por lo menos tenemos democracia y somos un país independiente", dice para explicar su voto a los gemelos Kaczynski.
LA HIJA
Tiene la sensación de haber sido víctima de un timo. Elzbieta, profesora de inglés, nació en Sochaczew, una pequeña ciudad del centro de Polonia. Apenas pudo viajar al extranjero. Nunca estuvo metida en política. "Aceptábamos las cosas como eran; supongo que sabíamos que no iban a cambiar; no había libertad de expresión, faltaba de todo en las tiendas, vivíamos con una cartilla de racionamiento; teníamos que ser modositos y sentarnos rectos; nos decían que lo mejor era pasar inadvertidos", explica. "Veo a mi hija y cómo ella ha sido criada y la comparo conmigo y me da envidia. Me hubiese gustado vivir su época".
Elzbieta nació con el comunismo, se trasladó a vivir a Varsovia con tres años y vio cómo el régimen se desmoronaba en 1989. "Algunos dicen que ahora todo es más caro, pero por lo menos hay", cuenta un poco indignada. "Ahora se puede decidir, hay más libertad, más oportunidades; antes teníamos un trabajo seguro pero mal pagado; ahora por lo menos existen perspectivas de mejorar en la vida. Cuando Anna nació, las pasaba canutas para conseguir pañales y leche en polvo".
Vota al partido de los hermanos Kaczynski porque "no podían salir otra vez los comunistas". "Podemos criticar a Ley y Justicia porque hacen algunas cosas mal, pero siempre serán mejor que los comunistas". Se declara católica, pero no es practicante, y cree que las personas deberían guardarse para sí sus preferencias sexuales.
LA NIETA
Cuando cayó el llamado telón de acero en 1989, Anna Laudy tenía cuatro años. Apenas recuerda aquellos días de júbilo y esperanza. Estudia tercero de Filología polaca, habla cuatro idiomas, viaja sin problemas y sus preocupaciones son similares a las de sus compañeros en otras universidades europeas: conseguir un trabajo no precario.
"Lo que recuerdo es que, cuando terminó el comunismo, pusieron unas tiendas en las que se podía comprar con dólares cosas de Occidente", explica ante un café capuchino. "Entonces nos empezamos a hacer consumistas...".
No le interesa la política, pero cree que votar es una obligación. Apoya a Ley y Justicia, el partido en el Gobierno, porque su familia también lo hace. "Muchos jóvenes están desencantados", puntualiza. "Los políticos están demasiado concentrados en el pasado", afirma. "A mí lo que me preocupa de verdad es conseguir un buen empleo". Polonia es uno de los países de la Unión Europea con una mayor tasa de paro (un 14,9%), aunque lleva años reduciéndose.
Anna se declara europeísta convencida. Ha viajado a Hungría, Alemania, Francia, Italia, Turquía, Túnez, Egipto, República Checa...
"Me gustaría vivir un tiempo en el extranjero", dice. Desde 1989, cuando cayó el régimen comunista que oprimió al país durante 40 años, cerca de tres millones de polacos, muchos jóvenes, han emigrado (un millón de ellos, tras la entrada en la Unión). Casi todos al Reino Unido e Irlanda (en España se calcula que residen unos 50.000). "Van allí en busca de un mejor sueldo", cuenta.
Una pregunta de moda en Polonia: ¿cómo ves a los homosexuales? "No apruebo el matrimonio entre personas del mismo sexo... No me gusta mucho; creo que un amigo mío es gay, pero no lo dice porque le da vergüenza". ¿Y el aborto? "Sólo en caso de que peligre la vida de la madre o en caso de violación".
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