Vigencia de Juan Ramón

EN 2008 se cumplirán cincuenta años de la muerte de Juan Ramón, que en 1956 obtuvo el Premio Nobel, cuando Zenobia agonizaba. Ya antes de 2006 habían ido goteando ediciones del Andaluz Universal. En 2002, Jorge Urrutia rescató sus Primeros poemas (Point de Lunettes), Rogelio Reyes Cano publicó el libro de prosas Sevilla (Fundación José Manuel Lara), y otro tanto hizo Vázquez Medel con Olvidos de Granada (Diputación de Granada). De ese año es la reedición de Platero y yo (Diputación de Zamora), al cuidado de José Luis Puerto y Tomás Sánchez Santiago, con las ilustraciones que realizó Baltasar Lobo en 1953. Alfonso Alegre Heitzmann, editor de Lírica de una Atlántida (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, 1999), publicó en volumen exento Una colina meridiana (Huerga & Fierro, 2003). Pero el impulso mayor de esta efervescencia editorial lo constituye la Obra poética (Espasa Calpe, 2005), dirigida por Javier Blasco y Teresa Gómez Trueba al frente de una legión de especialistas. Javier Blasco se dispone ahora a coordinar la publicación en Visor de 48 títulos del moguereño, precedido cada uno de ellos por un estudio de un poeta actual. De 2006 es el Epistolario I de Juan Ramón (Residencia de Estudiantes), editado por Alegre Heitzmann, primera entrega de las tres previstas; así como el Epistolario I de Zenobia Camprubí (Residencia de Estudiantes), compilación de las cartas a Juan Guerrero Ruiz, en edición de Graciela Palau de Nemes y Emilia Cortés Ibáñez. Y también en 2006 apareció Música de otros (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores), conjunto de las traducciones y paráfrasis juanramonianas, en edición de Soledad González Ródenas. Por lo visto y lo anunciado, nos hallamos ante un verdadero festín editorial a propósito de un poeta que está hoy más vivo que nunca.