Entre la indolencia y el abandono
El Villarreal y la Real Sociedad se neutralizan el día del estreno liguero de Pirès
Tuvo que marcar la Real en el último tramo de la primera mitad. Y tuvo que igualar el Villarreal a los pocos minutos de comenzar el segundo acto para que el espectador de El Madrigal advirtiera que se trataba de un partido de fútbol. Porque hasta la llegada de los goles hubo dos equipos que simulaban jugar. Sin apenas intensidad, sin apenas ánimo. Como si nada hubiese en juego. Con algo más de intención en el conjunto de Lotina, que, a falta de 11 jornadas para el cierre de la Liga, parece abandonado a su suerte, tocado en el alma. El punto cosechado le sirve de poco. Al Villarreal tampoco le mueve del purgatorio.
No hubo fútbol durante largos periodos del partido. Nadie se lo propuso. A la Real le iba la vida en el partido y, salvo tímidos ataques de coraje, tampoco inquietó en exceso a Viera. Tal vez no dé para más. A falta de menos de un tercio para la conclusión del campeonato, la posición de cada equipo en la clasificación no se debe al azar. Ni con Bakero en principio ni con Lotina. Al conjunto de San Sebastián le falta mano de obra especializada para pugnar con dignidad en una Liga extremadamente competitiva en la cual nadie vence a nadie con sólo enseñar el currículo histórico.
VILLARREAL 1 - REAL SOCIEDAD 1
Villarreal: Viera; Josemi, Cygan, Fuentes, José Enrique; Josico, Senna (Cani, m. 50), Matías (Pirès, m. 60), Marcos; Forlán y Tomasson (Guille Franco, m. 70). No utilizados: Barbosa; Gonzalo Rodríguez, Arruabarrena y Somoza.
Real Sociedad: Riesgo; Gerardo, Ansotegui, Víctor López, Garrido; Garitano, Diego Rivas (De Cerio, m. 88); Aramburu (Mikel Alonso, m. 60), Xabi Prieto, Savio; y Kovacevic (Herrera, m. 67). No utilizados: Ximun; Juanito, López Rekarte y Novo.
Goles: 0-1. M. 39. Savio aprovecha un balón suelto en el área. 1- 1. M. 59. Josico marca de cabeza a la salida de un córner.
Árbitro: González Vázquez. Expulsó a Cani en el minuto 79 con tarjeta roja directa. Amonestó a Kovacevic, Ansotegui, Marcos, Diego Rivas, Víctor López y Garitano.
Unos 15.000 espectadores en El Madrigal.
El Villarreal tiende al sesteo. En la presente temporada, en demasiadas ocasiones. Tras lograr alejarse de las posiciones de descenso en tres jornadas afortunadas en resultados, se ha vuelto de nuevo altanero. El mínimo esfuerzo le parece suficiente para lograr objetivos más acordes con su supuesto potencial. Pellegrini, alejado el problema de Riquelme, parecía que había encontrado una forma de actuar adecuada a las características del grupo de que dispone. Con dos puntas, con un enganche por detrás. Loables intenciones. Primacía del arte en tiempos de pocos referentes románticos, cuando el esfuerzo cotiza al alza. Sucede que los artistas dependen de las musas y cuando éstas no aparecen sus obras se vulgarizan.
El Villarreal, un equipo hecho para el gozo y disfrute, se convierte, víctima de sus brotes de indolencia, en una bicoca para cualquiera. Incluso para la Real, que se adelantó en el marcador de manera sencilla: saque de banda largo al centro del área y Savio, que pasaba por ahí, caza una volea ante la que Viera nada pudo hacer.
Los movimientos de Forlán y Tomasson en la delantera del Villarreal son un chollo para cualquier centrocampista con algo de visión: No hace falta poseer un gran juicio. A Matías Fernández se le intuye talento. Y cansancio. Apenas intervino en el juego. No abasteció a sus compañeros de ataque. Sólo dejó una asistencia que Forlán no convirtió y que derivó en un saque de esquina que la cabeza de Josico transformó en gol.
Los entrenadores movieron el banquillo. En el Villarreal debutó Pirès superada la lesión de ligamentos. Nació un nuevo partido, dinámico y lleno de alternativas y del que nadie pudo sacar más provecho que un empate inservible. Al menos, a lo visto en el último tramo del encuentro, sí se le pudo denominar fútbol.
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