"He visto 'graffitis' sobre pinturas rupestres de 8.000 años"
Los ojos saltones y traviesos de Maximina Espeso (Torrelavega, Cantabria, 1959) revelan su excepcional curiosidad. La de una artista que recorre las cuevas andaluzas en busca de las mejores pinturas rupestres para inspirarse, y que denuncia su maltrato. Aboga con vehemencia por dejar estos parajes subterráneos ocultos. "Hay que mantener las cuevas en secreto porque no estamos preparados para valorar un patrimonio de tal envergadura", dice severa. En su obra, Espeso recrea las pinturas con la técnica Petrea, su singular eureka. Empieza a volar alto, y esta primavera expondrá en Suiza e Italia.
Pregunta. Asegura que los rojos de sus cuadros tienen 60.000 años. ¿Tanto tiempo lleva encontrar los tonos perfectos?
Respuesta. Claro que es figurado, pero es una manera de resaltar que los hombres recogían antaño el óxido de hierro con la misma intensidad que se hace hoy día. No trabajo con óxidos puros de la naturaleza con los que hacían tizas para pintar, sino que utilizo esos mismos óxidos pero con las técnicas más innovadoras. Hay un vínculo real entre la necesidad de crear de hace milenios y los tonos ocres de mis cuadros.
P. ¿Cómo cala su pintura en el público?
R. Hay un chispazo con los ancestros que es muy común. Mi obra tiene una repercusión muy sorprendente. Tengo clientes japoneses que compran y se fascinan con bisontes de Altamira, a pesar de que esta especie no figura en su fauna. He vendido en casi todo el mundo y dependiendo de cada espectador, les toca una fibra distinta.
P. Parece que su momento ha llegado.
R. Después de tantos años a contracorriente, está sucediendo todo muy deprisa, porque mi pintura no es comercial.
P. ¿En qué consiste la técnica Petrea?
R. Es mi eureka y fórmula personal. La encontré hace una década, después de investigar y probar materiales hasta encontrar el equilibrio perfecto. Pero sigue cambiando. He probado tierras de cuarzo, minerales, cuerdas, óxidos de hierro, de cobre, mármoles, resinas, telas... es un mejunje de hasta 12 materiales.
P. ¿Cómo ataca una cueva por primera vez?
R. Me documento muy bien y sólo voy una vez. Al llegar ya sé mucho de la cueva a través de los estudios arqueológicos, la datación estimada de los hallazgos, las pinturas y sus interpretaciones. En la misma cueva la experiencia es más sensitiva.
P. ¿Dónde está la clave para afrontar una pintura desde lo captado en las cuevas?
R. En el vínculo. Para mí es un hallazgo encontrar los temas comunes. Eso es lo fascinante, la mezcla moderna de la prehistoria interpretada por tu mirada personal. Me gusta encontrar las motivaciones compartidas de hoy y del que pintó hace 7.000 años. Hay críticos de arte que dicen que el elemento primitivo es el fundamento del arte moderno.
P. En sus visitas, el maltrato de estos parajes subterráneos la tiene enervada. ¿Qué es lo que más le ha dolido?
R. He visto cuevas completamente destruidas en la Sierra de Pontones de Jaén, y destrozos en cuevas que son patrimonio de la humanidad catalogadas por la Unesco. Y graffitis encima de pinturas rupestres de 8.000 años de antigüedad. No era por vandalismo, sino por ignorancia. Picaban detrás de un signo porque pensaban que se escondía un tesoro.
P. ¿Cómo se explica estos actos?
R. Me da mucha rabia leer "Yo estuve aquí, Pepi ama a no sé quién", porque es ignorancia, no mala fe. A veces en un yacimiento la gente se lleva una loseta de recuerdo porque no calculan el daño, sólo piensan en el recuerdito.
P. ¿Mejora la perspectiva de un artista en la Sierra?
R. En el medio rural se vive más despacio y dispones de más tiempo para pintar, como en la Vera de Cáceres y en la Sierra de Segura, donde viví. Visitaba a la gente en los cortijos como enfermera, y fueron experiencias muy enriquecedoras.
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