Betis y Zaragoza se castigan con el empate por su miedo a perder

El empate a veces muestra la igualada en la grandeza y otras lo que refleja es idéntico empeño en la especulación, en el miedo a perder las fichas que le dan a uno en el casino con tan sólo ir. Betis y Zaragoza no supieron ayer superar sus temores y acabaron castigados con un magro beneficio por su trabajo.

El Zaragoza fue el primero en marcar el ritmo del partido. El conjunto verdiblanco enfoca la competición como una lucha por sobrevivir, mientras que el Zaragoza mantiene un compromiso de disfrute y crecimiento con el fútbol. Aunque ayer, al conjunto de Víctor Fernández le duró el asunto tan sólo la mitad del encuentro.

A los once minutos, los zaragocistas enhebraron su primera jugada con más de una decena de combinaciones, con pases de lado a lado del campo que acabó con un disparo de Celades a la grada. A los ocho minutos, los de Víctor Fernández repitieron estilo en un avance que a punto estuvo de aprovechar Aimar. Pero el gol lo consiguieron porque se lo regaló el Betis. Juanito en concreto, que irreflexivamente sobrado le acabó por entregar la pelota a Diego Milito que la empalmó a la red de manera magistral.

Si algo se echó de menos en el Zaragoza en esta primera mitad fue la mayor aportación de Aimar y D'Alessandro, ambos evidentemente incómodos con sus esquinadas posiciones sobre el campo. Unos segundos antes de que el árbitro pitara la llegada del descanso tuvo que pitar un infantil penalti de Juanfran a Juanito, que Assunção hizo gol.

El fallo garrafal del lateral le quitó casi todo el ímpetu a los zaragocistas que perdieron jerarquía sobre el Betis. En la reanudación, Luis Fernández modificó gran parte de la línea media y de la delantera, de la que para enojo del público no quitó a Pancraté. El francés es uno de esos jugadores a los que primero se alaba su parecido con un atleta para poco después lamentarse de que no siguiera en esa carrera en vez de la del fútbol. Aunque de Pancraté salió el pase que cabeceó Edu a dos metros de la línea y que impresionantemente despejó César.

Al final un empate que dejó a ambos con la necesidad de esperar a ver lo que habían hecho los demás para saber si el día había sido bueno o malo.