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Savater: "Filosofía y democracia nacen juntas"

"La característica de la pregunta filosófica es que ninguna respuesta la cancela. Al contrario, la pregunta me interesa más cuanto más respuestas filosóficas tengo de ella", afirmó ayer Fernando Savater ante centenares de estudiantes en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Sevilla. El pensador donostiarra concluyó: "Las respuestas filosóficas no cancelan las preguntas sino que nos ayudan a convivir con ellas". Sus palabras ofrecían toda una invitación a pensar por sí mismos a los estudiantes reunidos en el congreso Factor humano. Voces de nuestro tiempo, organizado por la Universidad de Sevilla y que terminó ayer. Savater y, posteriormente, el historiador Santos Juliá coincidieron en hablar de su trabajo ante los asistentes al congreso.

La conferencia de Savater llevaba un título elocuente: ¿Para qué aún filosofía? Y es que en un mundo que se queda fascinado ante los avances tecnológicos el pensamiento adquiere tintes sospechosos. "El filósofo no es un personaje por encima de sus interlocutores, como puede ser el sabio oriental. Filosofía y democracia nacen juntas. La filosofía exige democracia, exige sabios que no se consideran por encima del interlocutor. Los filósofos son personajes humorísticos por definición (...) Se comportan como un niño entre los adultos. El momento trágico de la filosofía es cuando el filósofo encuentra a alguien que no quiere discutir", explicó Savater. Esa persona que no quiere discutir y se considera depositaria de la verdad crea una situación inquietante.

Tras Savater intervino Santos Juliá con una conferencia que también se titulaba con una pregunta: ¿Qué y quién contará la historia del día de hoy? Juliá hizo un recorrido por distintas concepciones de la historia que ha conocido a lo largo de su vida. Contó cómo su generación -"la gente nacida inmediatamente después de la Guerra Civil"- había visto consolidarse "algo que empezaba a llamarse nueva historia frente a una historia tradicional". Santos Juliá fue uno de los protagonistas de los cambios entre los historiadores españoles.

"Los historiadores se pusieron a hablar con otras ciencias sociales, especialmente con la sociología", evocó. Esa nueva concepción de la historia estaba marcada por el hundimiento del Antiguo Régimen; las revoluciones industriales y sus consecuencias; y la consolidación del capitalismo en pugna con fuerzas que prometían una subversión del sistema. Luego, vino otra manera de mirar la historia, más centrada en los sujetos individuales, en las pequeñas comunidades...

Juliá desgranó todas estas concepciones de su ámbito de trabajo bajo el epígrafe de una pregunta. Porque su intervención, al igual que la de Savater, fue una apuesta por espolear inquietudes y recorrer caminos no trillados.

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