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Crítica:XI FESTIVAL DE JEREZ
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Historias de mujer

La bailaora sevillana Ángeles Gabaldón ha querido contar una historia que bullía hace tiempo en su interior. La belleza de la ortodoxia no le basta ya, le es insatisfactoria la repetición del mismo modelo. Mira la bailaora a sus adentros y sueña con proyectar las inquietudes que palpitan en su ser de mujer. Nace así una obra de concepción muy individual pero con una participación plural en su moldeado final, lo que se traduce en una configuración más de collage que de cuadro cerrado. Un marco abierto en el que se insertan diferentes escenas y coreografías que remiten a historias, sentimientos y experiencias de mujer.

Es, pues, una composición de distintos tonos y texturas; tersas algunas, deliberadamente rugosas otras. Una composición realizada con materiales afines y cómplices -el toque Latorre, los textos de Téllez, la frescura joven de cantaores y tocaores- que se integran en el conjunto pero que, en algunos casos, mantienen su ser independiente.

Femenino Plural

Compañía Flamenca Ángeles Gabaldón. Baile: Ángeles Gabaldón, Marcos Vargas, Leonor Leal. Cante: David Palomar, Lucía Montoya. Guitarra: Raúl Cantizano, Daniel Méndez. Percusión: Antonio Montiel. Guión y Letras: Juan José Téllez. Coreografías: Ángeles Gabaldón, Javier Latorre, Marcos Vargas, Fernando Lima, Leonor Leal. Teatro Villamarta, 5 de marzo de 2007.

En un trabajo que no es para nada ajeno al compromiso, se buscó la complicidad del público desde el principio, con un informal duelo de fandangos interpretados con mucho más que gracia en el mismo vestíbulo del teatro por los dos jóvenes cantaores. Luego, en la escena, el tono lúdico se mantuvo con la jugosa coreografía de Latorre en clave de guajira que casaba a la perfección con los textos de Téllez. El maniquí, la muñequita-modelo y el ama de casa enrabietada... imágenes engarzadas con un vivo dinamismo. A continuación, la danza estilizada de la complicidad de unas mujeres unidas en una condición común. Con la toná llegaría el hombre y, con él, la tensión y la sinrazón que lleva a la lucha de géneros representada a través de una coreografía densa y trabada.

Pero "la libertad es un tren que, por más tarde que llegue, tiene nombre de mujer". Y Leonor fue la libertad de un baile que se ilustra en pantalla con las imágenes de una larga historia de liberación. Fue entonces el momento adecuado para cambiar los roles, para instar a buscar el lado femenino de cada cual con una Niña de fuego que es varón.

En el largo proceso de interiorización que supone la obra, un camino que va de lo exterior a la íntima reflexión, el baile por soléa fue, de verdad, el de la soledad de la mujer. Y para ese propósito, la figura de Ángeles con, bata lila, encarnó imágenes de una inusitada belleza.

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