Cuentas pendientes en Mestalla

Es la cita de las cuentas pendientes. El Valencia apela a la justicia histórica que le dio la espalda en las dos anteriores eliminatorias ante el Inter, una en la Copa de la UEFA en 2002 y otra en la Champions en 2004, en las que cayó inmerecidamente. Y el entrenador, Quique Flores, pretende aparecer en Europa y, de paso, tomarse, junto a los jugadores de la vieja guardia, una revancha en la batalla con el director deportivo, Amedeo Carboni.

Por no hablar del Inter, que ha revestido el partido de grandes honores. A excepción del convaleciente Vieira, Mancini se trajo a toda la plantilla a Valencia con dos días de antelación.

También al lesionado Cambiasso, uno de sus valores anímicos. El técnico italiano da al choque una trascendencia capital. La tiene. Para el propio Mancini, cuya ambición pasa por un éxito europeo que le permita borrar el fiasco del curso pasado ante el Villarreal. Para el Inter, que fue campeón de Europa hace demasiado tiempo: en 1964 y 1965. Y, por supuesto, para la devaluada Liga italiana, que precisa que su líder demuestre que no es un líder cualquiera. El Inter pretende desmentir a Capello, que declaró que el calcio es poco competitivo. "No estoy de acuerdo", le contradijo Materazzi.

El duelo está marcado por la ausencia de los medios centro. La de Albelda es difícil de suplir en el Valencia. Más en el aspecto mental que en el futbolístico. El capitán ejerce un ascendente enorme en el vestuario. Su puesto lo ocupa Marchena, renacido en el centro del campo después de una mala campaña anterior en su posición natural de central. Eso supone que entre Baraja, con poco fondo después de una lesión de más de un mes, pero con carácter para aguantar una hora. Lo suplirá entonces Hugo Viana, que, por fin, empieza a sacar partido de su notable técnica. A Joaquín, Quique lo reserva para la última media hora, cuando aprovecha su habilidad para maniobrar en espacios reducidos. El resto del equipo es el mismo que plantó cara al Inter en la ida (2-2). Si acaso, con más recursos en el banquillo. Allí esperan otros dos reestablecidos: Vicente y Del Horno. El lateral dejó buenas sensaciones en el choque de la Liga ante el Celta. Pero llega corto de forma y su puesto está bien cubierto por Moretti, uno de los jugadores más fiables para el preparador valencianista.

El más seguro de las posibilidades del Valencia es el propio Quique, que considera que su equipo es mejor técnicamente. La clave será mantener la concentración en las áreas, allí donde se agiganta el cuadro de Mancini. Para eso Quique cuenta con que Cañizares mantenga la autoridad que demostró ante el Celta. Lo mismo que Ayala. Suelen ser los valores más sólidos de la defensa. Más que a Ibrahimovic, Quique teme a Crespo, que le parece el más listo. El Inter da por supuesto que marcará en Mestalla. El Valencia está de acuerdo: no le servirá con un empate sin goles. Ninguno de los dos se permite, sin embargo, grandes alegrías. El cuadro de Quique, como demostró en la ida, está más preparado para llevar las riendas del encuentro, para sorpresa de los tifosi. El Inter prescinde del centro del campo. Sólo le interesan los centros enroscados laterales o los pelotazos a sus potentes delanteros.

El técnico español confía en que Villa y Morientes, la pareja más goleadora del torneo junto a Drogba y Shevchenko, encuentre la inspiración. Ninguno de los dos está jugando especialmente bien, pero siguen marcando. La calidad aparece en cualquier momento. Y las cuentas pendientes, también. Además, Juan Soler, presidente del Valencia, se convirtió ayer en el máximo accionista del club, tras adquirir 30.000 acciones a su padre.