Más que francesas

Toda Europa está pendiente de las elecciones presidenciales, primero, y legislativas, después, en Francia. Está en juego no sólo la suerte interna del país vecino, sino el destino de la UE. Los franceses, que rechazaron en referéndum la Constitución europea, lo saben. Quizás por ello cobran mayor importancia las notables diferencias en política exterior que existen entre los tres candidatos con posibilidad de ganar: Nicolas Sarkozy, Ségolène Royal y, bastante por detrás, François Bayrou, a los que hay que sumar un Le Pen que pesa aunque no pueda aspirar a llegar al Elíseo.

Desde el centro-derecha, Sarkozy propone sustituir la fallida Euroconstitución por un tratado "simplificado", básicamente de reforma institucional y de reducción de la unanimidad -en una línea que podría satisfacer a España-, a ratificar por el Parlamento francés sin someterlo a un nuevo referéndum. Aunque la solución a la crisis europea sería más rápida, quizás si gana se vea forzado por la dinámica democrática, pues tanto su rival socialista Royal como el centrista Bayrou se han comprometido a someterlo a plebiscito. Sarkozy compensa esta opción con un compromiso de someter la política exterior al escrutinio del Parlamento, con lo que dejaría de ser el coto del presidente.

Sarkozy considera que el eje franco-alemán no es ya el centro de una Europa de 27 lo cual es una verdad a medias, pues si este eje no funciona la UE se paraliza. Aboga por una visión más hacia el sur con su propuesta de Unión Mediterránea, que va también en la línea de Zapatero y Prodi, aunque con un rechazo tajante al ingreso de Turquía en la UE. Y, en un tono gaullista, marca sus distancias con Washington respecto a Irak o la globalización de la OTAN.

Royal ha cometido serias meteduras de pata, pero ha dejado de improvisar y ha unido a su alrededor a los pesos pesados del partido. No está claro qué dos pasarán al voto del 6 de mayo tras el primero del 22 de abril. La alerta dada por François Hollande, secretario del PS, contra una segunda vuelta que enfrentara a "derecha contra derecha", es decir, en este caso no al extremista Le Pen como en 2002, sino a Bayrou contra Sarkozy, indica que se ha tomado en serio el efecto de la irrupción de este tercero en la carrera presidencial.