Incombustible Marta
Domínguez logra la plata en los 3.000 metros, la undécima medalla en su carrera 'sénior', por detrás de la polaca Chojecka
Marta Domínguez, que es deportista de resistencia, sabe, claro, que en lo suyo, en las pruebas de fondo, todas resisten, pero que sólo unas cuantas ganan, ella entre otras. Para ella, para la palentina que se ha convertido en sinónimo de coraje, quien lucha gana. Como ella ayer. Aunque no ganara. Aunque una polaca de terrible final y gran estado de forma llamada Lydia Chojecka, la misma que ganó el sábado el 1.500, no le dejara ni un solo momento de los casi nueve minutos de carrera un mínimo atisbo de ilusión de triunfo.
"No soy garantía de victoria", dijo Marta, de 31 años; "sólo de lucha, de darlo todo". Aunque fuera en una competición, unos Europeos en pista cubierta, que a ella no le tendría que producir más ilusión que a un ejecutivo un viaje de negocios. Terminó la segunda, medalla de plata, la 11ª como sénior en un larguísimo y único historial comenzado a los 17 años, en los Europeos júniors, categoría en la que totalizó otras tres, de 1993. Hay gente muy viajera a la que le gusta colgar un mapamundi en su cuarto y llenarlo de alfileres de colores marcando los lugares en los que ha puesto el pie aunque sea un minuto. Alguno de ellos tendría envidia sólo de ver los alfileres que podría clavar la atleta castellana relativos simplemente a los lugares en los que ha ganado alguna medalla.
"Me voy haciendo mayor. Ahora me entreno según mi intuición", dice la palentina
Incluso, repitiendo plaza. La de ayer fue, por ejemplo, la segunda plata que consigue en Birmingham, cuatro años después de la lograda en los Mundiales de pista cubierta. "He sacado medalla y eso que he llegado como he llegado", dijo Marta, quien, terminada la temporada pasada, decidió que este invierno no se machacaría compitiendo. Por eso no tenía previsto acudir a los Europeos. Por eso no lo decidió hasta que se dejó convencer por el presidente de la federación, José María Odriozola, igual que le ocurrió cuando quiso abandonar los Europeos de Gotemburgo triste por no haber estado a su altura en el 10.000 y acabó ganando el 5.000, su prueba. Por eso llegó poco convencida de sus posibilidades y, confesó, no excesivamente bien preparada. "Al 90%", precisó; "pero el presidente sabe mucho de atletismo".
Marta también sabe mucho de atletismo, aunque no sea una forofa de estudiar marcas o historiales de las rivales, aunque no sea una técnica que diseccione carreras y entrenamientos de manera científica. Su sabiduría es innata. Sabe correr, sabe competir, sabe luchar, sabe ver las debilidades de las demás en la carrera, conoce siempre sus posibilidades. Y su sabiduría es también adquirida. "Me voy haciendo mayor", ironizó; "y ahora me entreno según mi intuición, a mi gusto, siguiendo mis sensaciones. Según me veo, así decido".
Así, guiada por un capricho atlético, este invierno decidió correr un medio maratón. Lo terminó en poco más de una hora y once minutos, una marca excepcional para una atleta como ella y en esta fase de su carrera: "Y nada más ver la marca me llamó el presidente y me dijo que, pensara lo que pensase, tenía que venir a Birmingham, que tenía que dar carisma y apoyo al equipo".
Y allí estaba ella, con las piernas pesadas, sin sentirse muy allá -"no me he encontrado bien en ningún momento", dijo; "no podía correr fluida"-, metida en otra batalla, comiéndose el coco para ver cómo podía sacar el máximo resultado de una carrera en la que Chojecka era intocable. "Y enseguida vi que tenía el segundo puesto asegurado", dijo; "la inglesa Pavey hizo un gran trabajo para seleccionar el grupo y, cuando vi que quedábamos tres delante, como Pavey no tiene final, supe que podría". Y así fue. Y, aunque no estaba muy allá, no muy fina, Marta quedó la segunda y, de paso, mejoró su marca del año.
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